Buscar momentos de soledad es cada día más necesario en estos tiempos en los que ciertas adicciones nos impiden estar con nosotros mismos incluso cuando no tenemos compañía. El sonido de la tecnología, el reclamo constante de nuestra atención por esos aparatos o aplicaciones que nos vendieron como la panacea de la comunicación nos secuestran y nos impiden disfrutar de esa sensación de estar solos, con nosotros mismos -aunque sea acompañados-. Pero existe un lugar en el mundo donde es más fácil conectar con esa sensación para crecer, para alcanzar esa felicidad, para ahuyentar nuestros miedos, para saborear la vida. Es en la montaña. En cualquiera de ellas. En las que muestran las fotografías de Pipi Cardell tomadas en la cordillera del Karakórum en una expedición en solitario y que ilustran este artículo.