A mediados de agosto de 1962 el clásico ritual de la preparación al pie de la pared tiene para Rabadá un sabor distinto al de otras ascensiones. Por fin se ve ante la realidad de tantos sueños e ilusiones forjadas desde que por primera vez, siete años atrás, viera la efigie de esa apasionante pared en una revista de montaña. Su inseparable compañero, Ernesto Navarro, forma cordada con él.
Sus nombres van indisolublemente unidos: Ernesto Navarro y Alberto Rabadá. Ellos forman la cordada más arriesgada y exitosa del momento. Un tándem que constituye lo más parecido que existe a una leyenda moderna. Dos enormes escaladores que marcaron una época apuntándose numerosas aperturas y convirtiéndose en un referente en el mundo de la montaña.
El 21 de agosto, tras varios días en la pared alternados con algún descanso para abastecerse en la zona, Alberto Rabadá y Ernesto Navarro alcanzan la cima del Naranjo de Bulnes tras realizar la primera ascensión de la vertical cara oeste por la que ellos mismos nombraron como ‘la vía soñada’, trazando una ruta que ha sido referencia hasta hoy de generaciones de escaladores. Rabadá y Navarro filmaron ellos mismos su ascensión, tomando las imágenes que posteriormente servirían a Miguel Vidal para dar forma a esta película que muestra las progresiones y dificultades de la mítica cordada en la pared.
“Generoso, derrochador, entusiasta, su presencia transmitía un aire salvaje cargado de optimismo. Tenía tal confianza en sí mismo que asustaba, e hizo que en muchas ocasiones, por aquella seguridad que nadie entendía, se le tachase de loco”. Simón Elias de Alberto Rabadá (Rabada y Navarro. La cordada imposible)