En el corazón de la Patagonia, donde el viento eriza la piel y las montañas parece que cobran vida, hay vías que no son sólo trazados en la roca sino leyendas que circulan con un halo místico entre la comunidad montañera. Riders on the Storm, en la Torre Central del Paine, es una de ellas. Esta ruta mítica, abierta en 1991 por un potente equipo formado por Kurt Albert, Bernd Arnold, Norbert Bätz, Peter Dittrich y Wolfgang Güllich, se ha convertido en un símbolo de dureza extrema y belleza inalcanzable. Los germanos tardaron 39 días en conquistar la pared. Con sus más de 1.200 metros de verticalidad, 41 largos y una dificultad máxima de 7c+, Riders on the Storm había resistido todos los intentos de liberación desde entonces.
En febrero de 2024, el equipo formado por los escaladores Siebe Vanhee, Sean Villanueva, Nicolas Favresse y Drew Smith logró lo que durante más de tres décadas había permanecido como un sueño casi inalcanzable: la primera ascensión en libre de esta icónica ruta.
No había garantías, ni pronósticos favorables, solo la determinación de enfrentarse a una pared exigente bajo uno de los climas más despiadados del planeta. La cordada belga-americana consiguió llevar la escalada a un nuevo capítulo. Durante 18 días vivieron colgados en la vertical, castigados por ráfagas de más de 140 km/h, nevadas repentinas y frío cortante. En medio de ese caos, encontraron ventanas de calma, breves y frágiles, para avanzar. Cada uno liberó diferentes tramos, hasta que, unidos, lograron lo que tantos habían intentado sin éxito, la primera ascensión en libre de la vía.
La clave estuvo en aceptar la tormenta, no resistirse a ella. Como resumió Vanhee: “Vamos a mojarnos igual, entremos en la tormenta de todas maneras”. Y así fue. Con humor, camaradería y obstinación, transformaron la hostilidad patagónica en un escenario de creación.
