«Todo el mundo dice: “He escalado el Everest”. Error. Son los sherpas quienes lo escalan, son los sherpas quienes realmente nos llevan a la cumbre».
La gran mayoría de playas del mundo tienen un equipo de salvamento. Un gran número de montañas cuenta con un equipo de rescate. Por el contrario, en la gran cordillera del Himalaya no existía nada como tal. Si algo te pasaba a esta altura no existía un equipo médico como en otros lugares.
En 2016 se activa en el Everest el primer equipo de rescate de altura conformado por un grupo de sherpas que actúan como la primera línea de apoyo en situaciones de emergencia desde el Campo Base. Hasta los 6.400 metros cuentan con el apoyo regular del helicóptero, en caso de necesidad; sin embargo, a más altitud, pilotar un helicóptero es extremadamente arriesgado y las tareas de evacuación y rescate se hacen cada vez más complicadas. Se conoce que más de 200 cuerpos descansan en el Everest.
Ante una situación límite en la que una alpinista india está atrapada a 8.600 metros, en la llamada zona de la muerte, el equipo debe responder a la llamada de auxilio. «Es muy duro para un equipo de rescate recibir una llamada así, pidiendo ayuda, sabiendo que si dices “no”, dos personas morirán; diciendo “sí” podrían morir hasta seis personas».
Llegar a esa altura tras 16 horas de escalada en la oscuridad de la noche, rescatar a una persona y bajarla hasta un lugar seguro es algo titánico, indescriptible, algo que sólo se atisba en la mirada de los sherpas extenuados por un rescate de tal magnitud.
“Ella estaba sentada allí esperando a morir. No tenía destreza, ni equilibrio. Es una situación extremadamente peligrosa. Es probablemente una de las situaciones más peligrosas de la Tierra“.
Una situación a la que sólo unos elegidos pueden hacer frente. Héroes anónimos, verdaderos súper estrellas de las montañas.