“Después de la interminable caminata, el sueño perseguido tras largo tiempo se hace realidad. El K2 se nos ofrece majestuoso y esta visión resplandeciente compensa con su sola contemplación el esfuerzo del camino. Hemos llegado al pie de la segunda montaña más alta del mundo: Chogori, la montaña de las montañas, que con sus 8.611 m preside este paisaje lleno de hielos y glaciares en donde se asientan los gigantes de la tierra. El corazón brinca aquí dichoso porque este momento significa la superación de innumerables obstáculos. El mundo mezquino ha quedado atrás. Entre tanto, recorremos con la vista el largo camino que nos separa hasta la cumbre esbelta y puntiaguda. Ahora, ciertamente, comienza nuestro verdadero trabajo. A medida que nos acercamos al K2, éste se va haciendo cada vez más grande, pero hoy estamos contentos: llegaremos al campo base”.
En 1983, un grupo de montañeros navarros encabezados por Gregorio Ariz se embarca en una exigente expedición a la montaña de las montañas por vez primera. Del K2 se decía que era la montaña que empezaba donde todas las demás acaban y que simbolizaba la épica alpina como ninguna otra. Un reto descomunal. Una mole imponente, despiadada, bella, difícil, entrañada en el desafiante puzzle del Karakorum que el equipo navarro afrontaba tras meses de preparativos y contratiempos. Con Mari Ábrego como director técnico y Xabier Garaioa como médico, junto con Josema Casimiro, José María Donazar, “Pitxi” Eguillor, Jesús Moreno, Javier Muru y Agustín Setuáin, el equipo se propuso conquistar nuevas alturas. Partiendo desde Rawalpindi y escoltados por el oficial de enlace, el capitán Khalid Siddique Rao, el grupo se trasladó a Skadu, donde aseguraron los servicios del sirdar Sher Mohamed y un ejército de trescientos porteadores. A partir de Dastu, la expedición emprendió su marcha el 14 de mayo, enfrentándose a una breve disputa con los porteadores sobre el equipamiento, resuelta hábilmente por el oficial de enlace. El campamento base se erigió a una altitud de 4.590 m, próximo a los majestuosos glaciares Saboya y Godwin Austen. Avanzando con determinación, establecieron un campamento avanzado a 5.250 m el 27 de mayo, seguido por el Campamento I a 6.020 m el 31 de mayo. Desafiando aún más los límites, se alzó el Campo II a 6.600 m el 7 de junio y el Campo III a 7.700 m el 1 de julio. Un telegrama llega entonces a Navarra: “Es la montaña del mal tiempo. La ilusión continúa, pero se nos está poniendo feo. Necesitaríamos ocho días de buen tiempo. Abrazos”.