“El alpinismo no puede existir sin riesgo”
En el mundo de la montaña, hay nombres que resuenan como leyendas, marcando el camino con hazañas extraordinarias y un espíritu indomable. Uno de ellos es el del montañero esloveno Tomaz Humar, cuya personalidad, estilo y determinación en las alturas le hacen merecedor de un lugar destacado en la historia del alpinismo.
Humar, nacido en Ljubljana en 1969, dejó una marca indeleble en el alpinismo con su estilo audaz y sus conquistas aparentemente imposibles. Su destreza técnica y su voluntad inquebrantable le llevaron a enfrentar algunas de las paredes más peligrosas y desafiantes del mundo, ganándose el respeto y admiración de sus pares.
Tras conseguir el Piolet d’Or en 1996 por su apertura en el Ama Dablam, tres nuevas rutas al Nuptse, Lobuche y Pumori en 1997 y escalar El Capitán en 1998, una de las hazañas más recordadas de Humar tuvo lugar en 1999, cuando escaló la vertiente sur del Dhaulagiri en solitario. En un intento que duró más de una semana, afrontó condiciones extremas, avalanchas y el aislamiento total. Su exitosa ascensión y descenso demostraron su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas y su habilidad para superar obstáculos aparentemente insuperables hasta el punto de que, curiosamente, esta gesta no fue galardonada con el Piolet d’Or de ese año por considerarla el jurado como demasiado arriesgada.
Su intento en 2005 de abrir una nueva ruta en solitario en la Rupal del Nanga Parbat, marcó otro hito en la historia del alpinismo. Atrapado en la montaña durante varios días, el alpinista esloveno luchó contra condiciones climáticas adversas que convirtieron la vía en una trampa mortal de la que era imposible escapar. Su dramático rescate, considerado como el más audaz de la historia del Himalaya, involucró a un equipo de rescate militar pakistaní y un helicóptero de la fuerza aérea del país que, literalmente, lo “arrancó” de la pared.
El 28 de octubre de 2007, Humar alcanzó los 8.091 metros de la cima principal del Annapurna I en solitario, en estilo alpino y abriendo una nueva ruta, reivindicando su forma de entender el alpinismo y su sorprendente capacidad para afrontar lo desconocido una vez más.
El 9 de noviembre de 2009, Humar, que escalaba en solitario por la cara sur del Langtang Lirung (coronado por última vez en 1995), sufrió un accidente durante el descenso. Su único contacto con el personal del campamento base a través de un teléfono por satélite se produjo el día del accidente y parecía encontrarse en estado crítico con lesiones en las piernas, la columna y las costillas. Estuvo atrapado en la montaña a una altitud aproximada de 6.300 metros durante varios días antes de que su cuerpo fuera encontrado el 14 de noviembre de 2009 a 5.600 metros.
