Dejó su impronta en el alpinismo de los años sesenta y setenta con sus grandes logros. Considerado por muchos como el mejor alpinista francés de su época y uno de los mejores de la historia del alpinismo internacional, fue uno de los precursores de las expediciones en estilo alpino al Himalaya. Su fabulosa primera ascensión al Pilar Oeste del Makalu en mayo del 71, junto a Bernard Mellet, le dio a conocer al gran público, pero no sorprendió al pequeño mundo del alpinismo: desde principios de los años sesenta, Yannick Seigneur no había dejado de hacerse un nombre con un impresionante número de nuevas rutas en muchas cordilleras.
En 1966, Robert Paragot le invitó a participar en la conquista de la cara norte del Huascarán, en Perú. Esta primera expedición nacional de Seigneur se saldó con éxito, pero dejó a todo el equipo profundamente entristecido: Dominique Leprince-Ringuet falleció en el descenso. En invierno de 1967, en compañía de Michel Feuillarade, Jean-Paul Paris y Claude Jager, Yannick completó la “Voie des Guides” en la cara norte de Les Drus: siete días en la pared para una expedición invernal que pasaría a la historia del alpinismo. A Yannick no le faltaban referencias en este campo: ya había realizado las primeras ascensiones invernales de la cara norte de la Pointe du Vallon des Étages, del espolón de la EMHM en la Aiguille du Midi y de la cara norte de la Aiguille du Plan, que hizo justo antes de finalizar su servicio militar, primero con el batallón de Joinville y después completada en la EMHM de Chamonix. En septiembre de 1970, logró una auténtica proeza al escalar la cara norte del Eiger dos veces en la misma semana.
Pero Yannick Seigneur seguía siendo un incondicional del alpinismo invernal, y es en las montañas nevadas y heladas donde se expresaba con más fuerza y talento. En diciembre de 1972, escaló la arista completa de Peuterey en compañía de Marc Gally, Michel Feuillarade, Louis Audoubert y dos italianos que se habían unido al equipo francés, los hermanos Squinobal. Posteriormente, en enero de 1974, el mismo equipo -salvo los dos italianos- escalaron la “Direct de l’Amitié” en la Pointe Whymper, en la cara norte de las Grandes Jorasses, una especie de apoteosis, una ruta que todavía hoy se repite raramente y que sigue siendo una de las más difíciles de los Alpes, aprovechando la ocasión para además rodar una película titulada “Jorasses aux limites de l’absurde” (“Jorasses en los límites del absurdo”).
El documental recibió el Gran Premio del 6º festival de Diablerets en Suiza. El jurado consideró que la película marcaba un punto de inflexión en la expresión del film alpino, porque mostraba sin ningún sentimentalismo la realidad de un primer ascenso invernal: “cine de verdad en el verdadero sentido de la palabra”; pero al declararse abiertamente un alpinista profesional que comercializaba sus hazañas, Yannick Seigneur ofendió enormemente a sus contemporáneos, que le acusaron de vender su alma al diablo. Fue rechazado y condenado al ostracismo por la comunidad montañera, porque encarnaba una forma de comercialización del alpinismo por sí mismo, un hecho que se ha convertido en habitual en el mundo del alpinismo… Adelantarse demasiado a su tiempo a veces tiene un alto precio. Yannick Seigneur fue un alpinista iconoclasta.