ANA BELÉN ARGUDO. Pura inspiración

ANA BELÉN ARGUDO. Pura inspiración

 

El año pasado, Ana Belén Argudo se convirtió en la tercera mujer española novenogradista, tras Josune Bereziartu y Mar Álvarez. Hablando con ella, rápidamente te das cuenta de que su forma de entender la escalada va mucho más allá de los números y las letras que esconden un grado. La atleta de La Sportiva entiende la escalada en roca como una forma de vida, tanto que pasa la mayoría de su tiempo en una furgoneta junto a los sectores en los que están unos proyectos que ella misma define como muy ambiciosos, quizás demasiado. Esta charla no se centra en aspectos técnicos de la escalada, sino en sentimientos. Aquellos que vivió cuando encadenaba Cordia Maleficarum, los que le hicieron abandonar la competición para centrarse en la roca, los que le embargan ahora cuando ve su deporte en la televisión y, en definitiva, los que le hicieron convertirse en escaladora. Pura inspiración.

 

 

 

Por Kissthemountain

Kissthemountain: Hola, Ana. ¿Por dónde andas? ¿Estás en Madrid?

Ana Belén Argudo: Sí, llegué a principios de esta semana. He estado en Margalef. Me fui para un día a un evento de La Sportiva y finalmente nos quedamos tres semanas. Le di un pegue a una vía que había dejado pendiente en noviembre y me sentí tan bien que cambiamos de planes.

K: ¿Qué vía es esa?

A: Víctimas Pérez [Mítica vía de la zona graduada como 9a].

K: Pero vives en Madrid, ¿no?

A: Bueno, ahora vivo realmente en la furgoneta. Nos vamos moviendo según donde estén los proyectos. Si estamos motivados en Cuenca, nos quedamos allí. Lo mismo con Margalef y otras zonas de Cataluña. Vamos moviéndonos. Desde noviembre hasta hace un poco, he estado lesionada, parada totalmente sin poder hacer nada. Este ha sido el primer viaje que hemos hecho después de cinco meses. La verdad es que me siento mejor que nunca. Esa vía era el proyecto que tenía en otoño del año pasado que tuve que abandonar por la lesión. No le he querido dar mucho porque quería escalar también otras cosas. He avanzado un poquito para retomarla en otoño y estar ahí a muerte. También le he dado a otros proyectos de vías más fáciles por la zona para ir variando un poco. He hecho tres 8c, uno de ellos en un día. Eso fue brutal.

K: ¿Estudias algo o estás centrada en escalar solamente?

A: Ahora sólo estoy escalando. En 2021, acabé el bachillerato e hice el TD1 y el TD 2 de escalada. Después de eso, decidí centrarme en escalar. Vivo gracias a los patrocinadores, marcas y rocódromos. De momento, es sostenible. No me da para muchos lujos, pero, para la vida que llevamos mi pareja y yo es suficiente. Tenemos muy pocos gastos. 

K: Sé que has hablado ya mucho de Cordia Maleficarum, la vía que hiciste hace ya un año y que te dio entrada al exclusivo grupo del noveno grado. No voy a entrar demasiado en este tema, pero sí que quería hacerte un par de preguntas más relacionadas con tus sentimientos. Me gustaría que te trasladaras mentalmente a ese bloque final de la vía que tanto trabajo te costó superar, y que me contaras si en el momento en el que encadenaste eras consciente de que te convertías en la tercera española con noveno grado y entrabas en parte de la historia de la escalada femenina de nuestro país.

A: En ese momento, no eres consciente de absolutamente nada. Es difícil de expresar con palabras lo que sentí con Cordia Maleficarum. Es algo que llevaba soñando e imaginando durante mucho tiempo y que en ese momento se convertía en real. Estás inhibida totalmente de todo. Es una sensación muy extraña, mezcla de alegría e incredulidad, de no saber nada. Es súper loco. Hasta pasados al menos un par de días no empiezas a aceptarlo y a creerlo de verdad. No por el hecho de haber hecho 9a, sino por conseguir algo que me había costado tanto. Muchas veces, en el proceso, tienes dudas. Piensas que si no te sale un movimiento en aislado en la parte superior de la vía, o que te sale dos de cada 10 veces, cómo vas a conseguirlo cuando arranques desde abajo y llegues allí con todo el cansancio acumulado. Todo eso está en la cabeza. Por eso, cuando llegas y lo haces, no te lo crees. Llegas a la reunión y no sabes ni qué pensar.

K: Cuando estás en el bloque ese que tanto te costó, ya en la segunda parte de la vía, cuando enlaza con la Malleus, ¿intuyes de alguna manera que ese puede ser el pegue definitivo? ¿Se tienen este tipo de intuiciones o es como un intento más? ¿Me explico?

A: No, no es uno más. Hay pegues y pegues. En muchos, tienes claro que no va a ser porque quizás has gestionado mal por abajo, has gastado más fuerzas o vas más nerviosa de lo que deberías. En una vía de un grado que dominas, puede que esas sensaciones no supongan caída porque vas por encima de ese nivel, pero si en la vía vas tan al límite, y tienes esas sensaciones u otros pensamientos inadecuados, sabes que te vas a caer. Lo intentas, lógicamente, porque no abandonas a mitad de vía, pero eres consciente de que ese pegue no va a ser el que te lleve a la cadena. Luego, hay muchos otros intentos en los que sientes que todo fluye, que todo va bien. Entonces, piensas que quizás puede ser ese. Pero en esos, que no son muchos, realmente no sabes si va a resultar en éxito. Es imposible saberlo.

 

 

 

K: Ya imagino. Ana, una pregunta quizás un poco friki. ¿Qué escuchas en esos momentos en los que todo fluye? Hablo de, por ejemplo, durante esos pasos en ese bloque de la Cordia Maleficarum. ¿Oyes a la gente animarte o es todo silencio más allá de tu respiración?

A: No se oye nada. En un pegue bueno, no escuchas nada. Es en los que no son tan buenos, los que no van a ser de encadenamiento, en los que sí que escuchas, porque estás desconcentrada y pensando en otras cosas. Incluso recuerdas luego lo que había en tu cabeza. Pero en el que va fluyendo, todo marcha solo. Del del encadenamiento, no recuerdo absolutamente nada hasta que llegué a la zona donde se supone que ya no te caes. En ese momento ya sí que empecé a tener pensamientos, pero antes, nada, ni positivo ni negativo. Vas muy concentrada y de repente estás allí arriba pensando en no liarla. Antes, fue todo silencio y concentración. Al final, es una escalada en la que está todo muy automatizado, no es a vista, te sabes la vía de memoria, el cuerpo va solo, la mano se va al canto, el pie se mueve al sitio correcto, el chapaje sale natural… Es un estado de fluir, de estar en blanco. No hay que pensar nada, a diferencia de en una vía a vista en la que hay muchas decisiones que tomar. Allí no había nada que decidir. Es muy importante, a la vez que difícil, conseguir llegar a ese estado mental. Los pensamientos, positivos o negativos, no deben aparecer.

 

K: Te voy a leer unas palabras que Ichi Martínez, tu compañera en La Sportiva, nos dijo cuando le preguntábamos por la dualidad entre escalada de competición y en roca: “La competición supone soportar mucha presión que a veces te puede. También es posible que lo decidas porque sí, porque prefieras la roca a la resina. Hay muchos casos diferentes. Por ejemplo, a Ana Belén Argudo, a quien admiro mucho, le gustaba competir, pero mucho más la roca. Ha dejado la competición porque ella así ha querido y ha puesto todo el empeño en escalar deportiva. Ha sido la tercera chica española en hacer 9a. Es muy admirable“. ¿Por qué dejas la competición para centrarte en la roca cuando tus resultados eran muy buenos?

A: Doy ese paso por dos razones. Una, como bien dice Ichi, porque la roca era algo que siempre me había encantado y a la que he querido dedicar tiempo que no podía por estar compitiendo. La otra razón es porque veía poco futuro, en mi caso, en la escalada de competición. A nivel nacional, es verdad que siempre tuve buenos resultados, ganando varias Copas de España, tanto en juvenil como en absoluta, sin embargo, luego iba a pruebas internacionales y los resultados eran otros. Y más que por los resultados, la decisión fue por la proyección y el progreso que veía en mí. No sentía que pudiera ser campeona del mundo algún día, y yo aspiraba a eso, a ser la mejor donde fuese, en competición o en roca. No me veía, ni tan siquiera cerca, ni pasando a unas semifinales en una prueba de Copa del Mundo. Al ver algo tan lejano y que, además, requería de unos recursos y unos entrenamientos inaccesibles para mí, la decisión se iba haciendo más clara. Yo no me podía ir a Innsbruck a entrenar un mes. Al final, lo hacía en Madrid, en unas instalaciones y con unas situaciones diferentes a las que luego me encontraba en el extranjero. Era muy frustrante. Sentía que estaba muy fuerte y que tenía nivel, pero luego no podía expresarlo en competición. Además, veía que llegaba tarde. A mi alrededor, había niños y niñas mucho más jóvenes que lo tenían en la sangre, con unas coordinaciones y un estilo de competición que llevaban dentro. Cuando terminé el bachillerato, tenía claro que quería dedicarme a escalar como fuese. Al no verlo en competición, y tener la oportunidad de escalar en roca que era algo que siempre había querido, decidí hacer el cambio. Pensaba que ya había aprendido y absorbido todo lo necesario de la competición. Experiencias, viajes, amigos, desarrollo como persona en ese ambiente… Todo lo que creía que podría serme útil, ya lo tenía. A la vez, se me abría una puerta gigante, a la que tenía muchas ganas, en la roca.

 

“Es difícil de expresar con palabras lo que sentí con Cordia Maleficarum. Es algo que llevaba soñando e imaginando durante mucho tiempo y que en ese momento se convertía en real. Estás inhibida totalmente de todo. Es una sensación muy extraña, mezcla de alegría e incredulidad, de no saber nada. Es súper loco. Hasta pasados al menos un par de días no empiezas a aceptarlo y a creerlo de verdad. No por el hecho de haber hecho 9a, sino por conseguir algo que me había costado tanto”.

 

K: ¿Por qué escalas?

A: Escalo porque lo que más me gusta, me motiva y me enfoca para la vida es tener objetivos, normalmente bastante ambiciosos. Eso me hace estar siempre al límite, en los entrenamientos, en los proyectos, en cada pegue. Necesito tener en mente una vía dura, independientemente del grado. Cuando tenía 12 años, era 8a; ahora es 9a. Para mí es fundamental obligarme a dejarme la vida de chapa a chapa, entrenar y dedicarle mucho tiempo para algún día encadenarla. Llegar a ese momento es lo que me mueve y me tiene loca, de estar cada noche pensando en cómo resolver determinado paso, en cómo gestionar algún aspecto…

 

 

 

 

 

K: No puedo evitar hacer paralelismos con Josune Bereziartu, la primera mujer en hacer 8c, 8c+, 9a, 9a/+, y que incluso llega a igualar el máximo grado realizado hasta el momento por un hombre. En esa locura por ser la mejor, bien entendido, ¿qué lugar ocupa el 9a+ para ti? ¿Lo estás probando? ¿Lo ves lejano todavía?

A: Claro que está en la cabeza [Risas]. Todos los grados están en mi mente, pero, claro, el siguiente paso lógico es el 9a+. Hace tres días probé mi primera vía de ese grado. Tuve muy buenas sensaciones. Conseguí hacer todos los pasos. Fue en The Journey, en Margalef, una vía muy de mi estilo, muy física. La probé realmente por eso de que me gusta tener proyectos duros en la cabeza para ir poco a poco dándole forma, viendo vídeos, pensando en cómo se podría hacer, qué márgenes de mejora tengo… Pero este es un proyecto a largo plazo, de los que me gusta planificar muy poco a poco, en un proceso de bastante tiempo. Empieza ahora, pero terminará dentro de mucho. 

 

“Antes, fue todo silencio y concentración. Al final, es una escalada en la que está todo muy automatizado, no es a vista, te sabes la vía de memoria, el cuerpo va solo, la mano se va al canto, el pie se mueve al sitio correcto, el chapaje sale natural… Es un estado de fluir, de estar en blanco. No hay que pensar nada, a diferencia de en una vía a vista en la que hay muchas decisiones que tomar. Allí no había nada que decidir. Es muy importante, a la vez que difícil, conseguir llegar a ese estado mental. Los pensamientos, positivos o negativos, no deben aparecer”.

 

K: ¿No este otoño?

A: No, seguro que no. Ahí quiero centrarme en Víctimas Pérez. Ahora mismo, el 9a+ lo veo muy lejos, aunque esté ya en mente. Por esto, hay que empezar a hacer cosas para llegar al nivel necesario. Ponerse más fuerte, entrenar eso que falta para conseguir encadenarla… Son muchos procesos. Pero mi objetivo ahora es Víctimas Pérez. Todo tiene una secuencia lógica. El año pasado hice Cordia Maleficarum, que ya es 9a, pero cada grado es muy amplio. Hay vías de 9a y vías de 9a. Víctimas Pérez está un punto por arriba. Es una vía que se me puede dar bien, pero es muy dura. Adam Ondra dice que es el 9a que más le ha costado en su vida; Alex Megos también habla de su dureza. La han hecho gente referente que siempre ha conseguido 9b. Víctimas Pérez está en el proceso.

 

 

 

 

K: Me ha gustado eso que me has comentado de que ves vídeos para preparar una posible vía. Ningún escalador me lo había dicho. Se te ve muy estudiosa. No sé si lo hará todo el mundo.

A: Imagino que, si existen esos vídeos y se pueden analizar, todo el mundo intentará aprovecharse de ellos. Independientemente de eso, soy una persona que lo lleva todo al milímetro, muy cuadriculada. En todo, no sólo con los vídeos, sino en la forma de afrontar el proyecto, en el calentamiento, en el estudio de los movimientos…

K: El domingo pasado pude ver a tu compañera en La Sportiva, Aida Torres, venciendo en la prueba de la Copa de España. ¿Se te remueve algo dentro viendo las competiciones en televisión? ¿Qué piensas de este nuevo paso que está dando la escalada?

A: Claro que se me remueve todo por dentro [Risas]. Ha sido una etapa muy larga e intensa en mi vida. También, muy bonita. Se está evolucionando mucho. Las competiciones ahora son brutales. El circuito de bloque de Copa de España se está haciendo en plazas y otros lugares que acercan al espectador al escalador, dándole una visibilidad al deporte que es muy importante. Que haya llegado la tele es un paso enorme. Me digo que ojalá hubiera sido así cuando yo competía. Además, en muchas de esas competiciones, yo voy con los chavales de la Federación Madrileña. Lo vivo desde otro lado, pero al final viene a ser casi lo mismo. Estar con ellos compartiendo sus nervios y ayudándoles en lo que puedo, en los calentamientos o con las visualizaciones, me hace vivirlo casi como si estuviera compitiendo. Son experiencias muy intensas que marcan mucho.

 

 

 

 

K: Aida Torres, Ichi Martínez, de quienes ya hemos hablado, pero también Rebeca Pérez, Rut Montsech, Lucia Sempere, Ainhize Belar, las emergentes Julia Benach o Geila Maciá… Seguro que me dejo muchas. Parece que la escalada de competición atraviesa por un buen momento en España. ¿Crees que la situación ha cambiado y que estas escaladoras podrían conseguir eso que tú no lograste y que te hizo abandonar la competición?

A: Por supuesto, claro que sí. Seguro que pueden hacer buenos papeles a nivel internacional, de podios y finales, y llegar a ese nivel que yo quería alcanzar y no pude. Lo que pasa es que, al final, hay que tomar una decisión e ir a muerte con ella. Ainhize Belar está teniendo buenos resultados en competición a nivel nacional y a la vez te hace un 9a [Ainhize, con solo 17 años, acaba de realizar el cuarto noveno grado femenino español con Begi Puntúan 9a]. Es muy difícil mantener un nivel mundial alto en los dos ámbitos porque son prácticamente incompatibles. Hay pocos escaladores que lo consigan. En edades más jóvenes, quizás sea algo más posible, pero cuando llegas a categoría absoluta, lo normal es que te des con un muro. En mi caso, tuve que tomar una decisión, que prácticamente sabía desde mucho antes. 

 

“Escalo porque lo que más me gusta, me motiva y me enfoca para la vida es tener objetivos, normalmente bastante ambiciosos. Eso me hace estar siempre al límite, en los entrenamientos, en los proyectos, en cada pegue. Necesito tener en mente una vía dura, independientemente del grado que tenga. Para mí es fundamental obligarme a dejarme la vida de chapa a chapa, entrenar y dedicarle mucho tiempo para algún día encadenarla. Llegar a ese momento es lo que me mueve y me tiene loca, de estar cada noche pensando en cómo resolver determinado paso, en cómo gestionar algún aspecto…”.

 

K: Hemos mencionado antes a Josune. Háblame de tus referentes.

A: Evidentemente, Josune Bereziartu y Mar Álvarez, las dos primeras españolas que hicieron noveno grado en roca, son unas referencias. Verlas en revistas y poder leer sus formas de entender la escalada o sus métodos fue para mí, y para muchas, brutal. 

 

 

 

 

 

K: Enseñaron el camino.

A: Claro, Josune, en su día, rompió todas las barreras que existían. Las reventó. Fue número uno mundial durante mucho tiempo. Lo que hizo es algo que no se ha vuelto a repetir. Creo que no se ha llegado al nivel que tuvo Josune en su época. Es increíble. No tiene nombre ni explicación.

K: Se ha igualado su grado, pero es cierto que ahora son otras condiciones. Se conoce mucho más de entrenamiento, de fisiología del movimiento, de nutrición.

A: Eso es. Y los métodos, los recursos, los materiales… Hay que poner todo en contexto. 

K: En una entrevista que hicimos con Adam Ondra, nos decía que en su equipo había incluso expertos en fisiología del movimiento que analizaban cada uno de sus pasos para ver cómo podían mejorarse. Gustándote tanto tenerlo todo tan medido, como me has dicho antes, ¿te planteas recurrir a este tipo de ayuda? Imagino que será muy costosa.

A: Sinceramente, no, porque es algo a lo que no estamos acostumbrados. Ni siquiera nos lo planteamos. Además, soy una persona que siempre actúa mucho por sensaciones dentro de mi cuadrícula y de mi forma tan automatizada de hacer las cosas. Lo que te quiero decir es que no baso mi actuación en algo científico, sino en mis propias sensaciones. Es a lo que estoy acostumbrada y lo que me da confianza. Si ahora me pusiera a controlar absolutamente todo y, desde fuera, me dijeran que un movimiento sería mejor hacerlo de otra determinada manera porque está más que estudiado, creo que me faltaría confianza para abordar el cambio. Creer en lo que estás haciendo es una gran parte del éxito. Me costaría adaptarme a eso.

 

“Me gusta la pureza de la escalada y la vida que se lleva escalando en roca. Es impresionante poder vivir en la furgoneta. Tanto para mi pareja como para mí, poder llevar este tipo de vida, en el campo, con simpleza y haciendo lo que más nos gusta hacer, compartiendo tiempo con gente súper fanática, como Dani Andrada, Jonatan Flor o muchos otros, es algo muy chulo y diferente a lo que se vive en la competición. La vida que se lleva alrededor de la escalada es un sueño. Estar viajando, en la furgo tranquila, con mis proyectos, plateándome objetivos… Es una vida más hippie, más pura, la de la escalada de siempre”.

 

K: Ahora mismo, se podría decir que en España eres la referente en escalada en roca. Hay pocas chicas que hagan lo que tú. Entre tus puntos fuertes, por lo que veo, está ese equilibrio entre la cuadrícula y las sensaciones. 

A: Sí, aunque creo que mi fortaleza principal es la dedicación. Echo muchas horas a lo que estoy haciendo, por lo que te decía antes de que siempre tengo en mente proyectos incluso por encima de mi límite. Para conseguirlos, tengo que trabajar mucho. Pongo todo lo que está en mis manos, independientemente de los recursos y de las circunstancias. Cuando encadené el 9a, estábamos sin furgoneta. Normalmente, cuando tengo un proyecto, estoy allí hasta que salga o nos tengamos que ir, pero al no tener la furgo, cada día íbamos y veníamos de Madrid a Cuenca. No sé si la dedicación es mi principal fortaleza, pero sí el motivo por el que salen adelante las cosas.

 

 

 

K: Y tener un equipo detrás como La Sportiva también ayudará, ¿no?

A: El apoyo de las marcas es imprescindible para mí. Estoy más que agradecida. 

K: Ana, últimamente suelo hablar con escaladores más centrados en la competición, por lo que me ha encantado volver al monte contigo.

A: ¿Puedo decirte algo más, Juanmi?

K: ¡Claro!

A: Es relativo a la diferencia entre la escalada de competición y la de roca. Me gusta la pureza de la escalada y la vida que se lleva escalando en roca. Es impresionante poder vivir en la furgoneta. Es un estilo de vida que te tiene que gustar. Si a mi madre le metes en una furgoneta, seguro que no le gusta mucho, pero tanto para mi pareja como para mí, poder llevar este tipo de vida, en el campo, con simpleza y haciendo lo que más nos gusta hacer, compartiendo tiempo con gente súper fanática, como Dani Andrada, Jonatan Flor o muchos otros que al final están ahí en los sectores, es algo muy chulo y diferente a lo que se vive en la competición. Esta es muy sacrificada. La roca también, pero de una manera muy diferente. La competición puede resultar frustrante. Para ganar una, tienes que perder muchas. Es muy duro y exige un sacrificio máximo. Hay mucha presión externa. En la roca, también hay sacrificios, pero son otros. La vida que se lleva alrededor de la escalada es un sueño. Estar viajando, en la furgo tranquila, con mis proyectos, haciendo mis análisis, plateándome objetivos… Es una vida más hippie, más pura, la de la escalada de siempre. 

 

 

 

K: Una filosofía de vida.

A: Sí, eso es. También existe el alto rendimiento, la presión y todo eso. A Víctimas Pérez le he dado más de 100 pegues. He perdido todas esas veces y, al final, si la consigo, ganaré solo una, pero todo lo vivido para lograrlo habrá merecido la pena.

K: Un beso muy fuerte. ¡Que sean pocos días en Madrid y pronto estéis de nuevo en la furgoneta!

 

 

 

 

 

 

Compartir contenido

 

     


 
 


 
 
 
 

info@kissthemountain.com







       © Copyright Kissthemountain 2020 | Bajo la atenta mirada de las caras norte de Sierra Nevada | Granada. Spain      -       Términos del servicio | Privacidad | Política de Cookies


 

 


     

div class="col-lg-12 text-center">

info@kissthemountain.com

       © Copyright Kissthemountain 2020
Bajo la atenta mirada de las caras norte de Sierra Nevada
Granada. Spain