AROA SIO. La gestión mental en la larga distancia

AROA SIO. La gestión mental en la larga distancia

 

 

 

LA PREPARACIÓN PSICOLÓGICA en una carrera de larga distancia es tan importante como la física, y comienza antes de la competición. En los entrenamientos para una ultra, ya voy gestionando lo que me puede pasar, haciéndome consciente de los pensamientos negativos que vendrán. La cabeza es tan importante o más que lo físico. Si corro una carrera de 20 kilómetros, y al llegar a ese punto kilométrico me dicen que quedan aún dos más para meta, ese extra se me hace eterno psicológicamente, cuando quizás la semana anterior he hecho tiradas de 40 kilómetros. Esto es porque mi cabeza está preparada para 20, no para 22. Puede parecer una tontería, pero no es así para nada. Se pueden hacer muy duros esos dos kilómetros. En una ultra, pasa lo mismo. Me preparo psicológicamente para una distancia determinada. Estimo que voy a hacerla, por ejemplo, en 15 horas. Me mentalizo para ese tiempo. Pero sabemos que en todas las ultras juegan muchos factores que pueden ralentizarlas, como el clima, una tecnicidad inesperada del terreno o problemas de estómago. Hay que estar preparado para luchar contra todos los factores externos que puedan surgir y saber cómo hacerles frente. Pienso mucho en esto y lo tengo muy presente antes de una ultra. Aunque me pongo un tiempo estimado de finalización, mi objetivo siempre es cruzar la línea de meta. 

La estimación del tiempo es importante para temas como el de la nutrición, pero siempre me mentalizo de que pueden surgir imprevistos que no debo dejar que me afecten. Me preparo psicológicamente para estas posibles circunstancias adversas e intento hacer mi carrera. Cuando me pongo en la línea de salida, aparte de llevar mi tiempo orientativo en la cabeza, tengo claro que el principal objetivo es cruzar la línea de meta. 

 

 

Me gustaría en este punto hacer un paréntesis. En Transgrancanaria 2019 me retiré en el kilómetro 75. Analizando a posteriori esta circunstancia, soy consciente de que el motivo fue la cabeza. No tenía problemas físicos en forma de lesiones o males de estómago. Simplemente, no pude afrontar la carrera desde el punto de vista psicológico. Aquella situación me fastidió muchísimo. Estuve una semana en la que no se me podía ni hablar. Me dolió realmente esa renuncia, tanto que la tengo ahí en mi cabeza como una herramienta. Cuando estoy en una ultra y me viene un momento bajo en el que pienso en abandonar, recurro a esos recuerdos y me pregunto si prefiero terminar esa carrera cinco horas más tarde de lo previsto o pasar una semana como la posterior a esa Transgrancanaria. Evidentemente, mi mente elige la primera opción y me centro en finalizar la carrera. Es como un clic que me indica que no quiero volver a sentirme así. Me ayuda mucho. Otro ejemplo que os quiero contar es muy cercano en fecha a esa Transgrancanaria. Fue en el Ultra Trail Valle de Tena 2018, que era Campeonato de España. Hubo momentos en los que iba muy mal. Me sentía vacía y con dolor de piernas por un sobre esfuerzo. Luché y terminé sintiéndome muy satisfecha, aunque acabé con suero en una ambulancia. Cuando en una carrera voy mal, me pregunto si mi estado es tan pésimo como en el Ultra Trail Valle de Tena. Pienso que si en aquella ocasión pude acabar, en esta también será así. Son pensamientos que me ayudan cuando estoy en carrera. Como veis, os he contado cómo preparo la cabeza antes de empezar la carrera, y un par de herramientas que utilizo cuando estoy en competición y las cosas no están saliendo según lo previsto. Pero hay más.

Otro factor que a muchos corredores puede afectar es el ritmo de los rivales. En muchas ocasiones, estos pueden comenzar más rápido que tú. Me ha ocurrido y es fácil verte tocada psicológicamente. Ante la frustración, he llegado incluso a olvidar la parte competitiva para simplemente seguir haciendo kilómetros. No hay que caer en este error, sino hacer tu carrera olvidándote del resto. Nunca pienso en ir junto a determinada corredora, ni cerca de ella. Me fijo en mi tiempo estipulado que como te he dicho puede cambiar. Si hago mi tiempo, sé que voy a estar arriba porque he realizado un estudio previo de los de ediciones anteriores. Me olvido de mis rivales. Me es indiferente que en el kilómetro 5 me lleven cinco minutos. Es importante centrarse en uno mismo y olvidarse de los demás, porque las ultras tienen un gran componente de estrategia. ¿Quién te dice que la de tus rivales no consiste en salir fuerte al principio para luego tratar de mantener esa brecha? Quizás su estrategia es apretar al principio para luego ir tranquilas. Ellas no saben si yo voy de menos a más, o voy a hacer partes rápidas y otras lentas según el perfil de la carrera previamente estudiado y planificado con mi entrenador, que es como hago. No vamos a intentar quedar delante de nadie, a ganar personas, sino a cumplir el tiempo estimado. Mi rival soy yo misma, no las demás corredoras. De lo contrario, pueden sacarme de punto llevándome al fracaso. No es tan fácil esto que os cuento. Las semanas previas puedo sentirme presionada por los medios de comunicación que sugieren que soy favorita. Desconecto e intento leer lo menos posible. Ya me estoy preparando psicológicamente.

 

 

 

También hay que respirar y controlar los nervios antes y durante la carrera. Lo hago meditando mucho. Me pregunto qué es lo que quiero en esa prueba y qué ocurre si no sale bien. La conclusión es siempre la misma: no pasa nada. ¿Qué va a pasar? Mi espónsor principal, CRAFT, cuenta conmigo por lo que he hecho hasta ahora, no por lo que voy a hacer. Me siento tranquila en ese aspecto. Me quito la presión. Creo que es por lo que disfruto tanto en las carreras. Voy a lo mío, a mi tiempo, olvidándome de mis rivales. Este tipo de carreras son una montaña rusa. Puedes sentirte eufórica en un momento y a los cinco kilómetros pensar que no puedes más, preguntándote qué haces ahí. En ese momento hay que coger aire e intentar cambiar. La música me ayuda mucho. Hace que me deje llevar. Termino cantando y correteando. Si no va la música, pues recurro a algo dulce, chocolate, por ejemplo. Cuando te metes algo dulce en la boca, todo cambia. También trato de mantener la cabeza ocupada. Yo soy muy fantasiosa. Cuando voy corriendo llego incluso a pensar qué pasaría si me tocase la lotería y pudiera crear un orfanato para ayudar a niños, o cómo decorar mi casa o la de algún amigo. Sin darme cuenta, puede haber pasado una hora. He superado ese momento psicológicamente bajo. Recurro a mis locuras y pensamientos. También, me marco objetivos cortitos, de avituallamiento en avituallamiento. No pienso en que me quedan 60 kilómetros para llegar a meta, sino 10 para el siguiente avituallamiento, donde veré a mi pareja. El tiempo va pasando. Psicológicamente, esto ayuda mucho. También pienso en la satisfacción personal de cruzar la línea de meta. En la Western States de este año, el tiempo estimado se me fue mucho por unos problemas estomacales que tuve a falta de 50 o 60 kilómetros. En ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Tenía clarísimo que tenía que cruzar la línea de meta. El objetivo es siempre la meta. Iba de avituallamiento en avituallamiento tomando sopa, que era lo único que me entraba, hasta la meta. Entré contentísima a pesar de estos problemas. Supuso mi primera carrera de 100 millas. Esta prueba fue un caso claro en el que utilicé todas las herramientas previas a la carrera y durante ella que os estoy contando. Sabía que iba a estar muchas horas y que los problemas llegarían inevitablemente. Era consciente de que si luchaba contra mis pensamientos negativos y lograba mi objetivo, que como siempre es llegar a meta, iba a aprender a enfrentarme a esas barreras físicas y psicológicas. Si abandonas, nunca las superarás; si las pasas, te haces mucho más fuerte. Os puedo decir que en UTMB no tuve ni un sólo momento de bajón. No iba eufórica, sino tranquila. La Western States me ayudó muchísimo para esto, así como otras carreras en las que he tenido problemas de todo tipo. Superarlos te hace más fuerte. Dejadme que me repita: el objetivo es cruzar la línea de meta, aunque no sea en el puesto o en el tiempo esperado. 

 

 

 

 

Voy a terminar contando algo que me pasó en una carrera por si os ayuda. Fue en la CCC de 2019. Nunca había hecho 100 kilómetros. Tuve problemas de estómago. No iba bien. Llegaba al avituallamiento del kilómetro 85 donde estaba mi marido, Abel. Quería hacerlo llorando para dar pena y que me apoyase en la retirada. Estaba tan deshidratada que no me caían las lágrimas. Me animó a seguir. Me puso a mi entrenador al teléfono y yo no quería hablar con él. Finalmente lo hice y me dijo que podía hacerlo y que tenía que salir. “Sal y hazlo, aunque sea andando“. Pensaba que les daría pena y me medio obligaron a salir, diciéndome que iba primera española y segunda veterana. Reanudé realmente cabreada. Recuerdo la última subida maldiciendo a mi marido y a mi entrenador. Siempre llego a meta sonriendo y esa vez lo hice de morros. Estaba incluso mi hija que había venido a ayudarme y pasé de largo. Me sentía muy enfadada porque no me habían dejado retirarme. Llamé en ese momento a mi entrenador echándole en cara que yo corría por placer, para disfrutar. Me dijo: “tienes razón, pero mañana hablamos“. Al día siguiente, estaba eufórica por haber terminado y encima haber sido segunda veterana. Llamé a mi entrenador para darle las gracias. Si me hubiera retirado, habría sido una semana muy dura. Esa carrera fue crucial en mi vida. Pretendía dar incluso pena. Superar ese muro supuso un antes y un después. Fue una gran lección. Veo a muchos corredores o corredoras con mucha ansiedad previa que se retiran cuando no se están cumpliendo sus expectativas. De lo que no sale bien, también se aprende. Ojalá estas palabras sirvan para ayudar a otros corredores. Muchas veces nos centramos únicamente en entrenar físicamente olvidando algo crucial como es la preparación mental.

 

 

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