04 Dic Chaining Dream Peaks. Por Genís Zapater.
Sponsored by Merrell. Cuando los sueños se hacen realidad.
Texto: Kissthemountain | Genís Zapater
“No hay espacio para bloqueos mentales. ¡Allá tú si lo sufres! De allí no te saca nadie. Y menos de esos diedros y chimeneas tan mugrientas y sucias. Sólo hay señales de abandono. Es desolador. Friends, tascones, reuniones antiguas muy viejas y oxidadas de gente que ha tenido que renunciar. Ahí es donde saco mi carácter más luchador”
El pasado 3 de septiembre, Genís comenzaba a dar forma a un sueño que le ha exigido una determinación brutal y una capacidad de lucha que alberga un carácter forjado en las montañas a lo largo de los años. La actividad en sí ha sido realmente dura. Las condiciones meteorológicas y sobre todo la montaña han mostrado su cara menos amable. Han sido muchos meses preparando material, estrategia y una logística a la altura de un reto que buscaba encadenar Mont Blanc, Gran Paradiso, Cervino y Monte Rosa en unos escasos seis días. Más de 24.000 metros de desnivel y 160 kilómetros por senderos, roca, nieve y hielo. Esto ha sido Chaining Dream Peaks.
“Hace unos años estuve viviendo en Chamonix. Un día, entrenando con Kilian Jornet le comenté que quería encadenar todas esas montañas de macizos diferentes. Fue en 2014. He necesitado tiempo pues mi actividad competitiva, tanto en verano como en invierno, no me ha permitido encontrar el momento oportuno. Finalmente septiembre de este año ha sido la fecha elegida. Sin duda la ayuda de Kilian ha sido muy importante. Y por supuesto la de patrocinadores como Merrell, Grivel o Etixx”.
MONT-BLANC
Aproximación BTT:
23 Km.
950 metros de desnivel.
1 hora y 50 minutos.
Actividad:
41 Km.
6.750 metros de desnivel.
17 horas.
Todo comienza el día 3 de septiembre. Genís sale en bicicleta de montaña de Chamonix en dirección Bellevue. Lo que tenía que ser una ascensión rápida y sin mucha complicación se convierte en una lucha épica contra los elementos.
La gran tormenta en forma de nieve y la espesa niebla entre la Bolera y Gouter obligan a Genís y a su equipo a hacer noche en el refugio, desde donde parten alrededor de las tres de la mañana camino de la cumbre. El descenso por la vertiente italiana, por la vía de Papa, es realmente complicado. El estado del glaciar, muy abierto, lo convierte en una actividad realmente peligrosa.
“Estaba muy cansado. Queríamos hacer Mont-Blanc en el día y bajar por Gonella. Días antes había reconocido parte del terreno con Fernanda Maciel. Todo el mundo nos recomendaba que no bajásemos por Gonella pues el glaciar estaba muy roto y abierto, y el refugio incluso cerrado. Pero era nuestra única opción para poder continuar el proyecto. En el ascenso los cámaras que salieron antes fueron más despacio de lo esperado. Cuando llegamos a la Bolera empezó a caer una tormenta fuerte de nieve. La niebla era muy intensa. No se veía nada. Nos perdíamos entre nosotros. Esa tarde decidimos parar en el refugio de Gouter y esperar al día siguiente. La idea era encontrar el atardecer en la cima del Mont-Blanc pero eso nos hubiera obligado a volver al refugio.
A las 3 de la mañana salimos para la cima. Subimos muy rápido, tanto que tuvimos que esperar la salida del sol. La bajada a Gonella fue muy complicada. Pasamos mucho miedo en la arista. Había que ir con las piernas una a cada lado por una superficie muy afilada. Se nos fue más tiempo del esperado. El glaciar estaba mucho peor de lo que nos pensábamos. Los puentes de nieve se derretían y muchos seracs caían justo en la linde de nuestra bajada. En cualquier momento nos podían barrer. Hubo mucha tensión. Íbamos muy largos de cuerda por si alguien entraba en una grieta. Antes de entrar en el glaciar tuvimos una mala experiencia con un polaco que subía y resbaló entrando en una rimaya. No le pasó nada. Oímos su grito. Da miedo. Una bajada de tres horas nos llevó nueve”.
GRAN PARADISO
Actividad:
24 Km.
4.530 metros de desnivel.
9 horas.
La segunda parada de Chaining Dream Peaks deja ver la belleza del Gran Paradiso. El ascenso es fácil, sin grandes dificultades técnicas. Durante prácticamente toda la actividad la montaña está inmersa en las nubes, pero a escasos metros de la cima, el cielo se abre dando paso a un espectáculo difícil de olvidar. El descenso, aun obligando a atravesar el glaciar en la oscuridad de la noche, se hace sin grandes complicaciones.
“Fue algo mágico. Durante toda la sección estuvimos dentro de las nubes. Ahora nevaba, ahora llovía. Todo con mucho viento. Fue algo realmente complicado. Pero cuando llegamos arriba, la puesta del sol fue sobrenatural. El cielo se abrió dejando un mar de nubes a nuestros pies. Fue un momento muy especial con Pau y Alex. A pesar del riesgo que supuso esperar la puesta del sol que nos obligó a atravesar de noche el glaciar, sentimos que todo había merecido la pena. Fue una carga de energía después del destrozo físico y mental del día anterior, y para lo que nos esperaba en la siguiente etapa”.
CERVINO
Actividad:
23,5 Km.
4.300 metros de desnivel.
18 horas.
El ascenso al Cervino por la arista Lion es algo que Genís y su equipo no olvidarán. La climatología es muy adversa como ya se anunciaba la jornada anterior. Muchísima nieve. El mal tiempo obliga a parar unas horas en el refugio Carrel. Desde ahí hasta la cumbre del Cervino para bajar por la vertiente suiza en una actividad realmente terrorífica que obliga a Genís a sacar lo mejor de sí mismo para ahuyentar constantes fantasmas.
“Cuando salimos del Gran Paradiso llovía y nevaba con gran intensidad. Teníamos la sensación de ir a la guerra. Si precipitaba en ese momento, a 3.000 metros, donde aún ni siquiera han empezado las dificultades, todo sería muy complicado. Llegamos a Cervinia esa tarde tras arreglar el material del Mont-Blanc y Gran Paradiso. La montaña estaba dentro de las nubes y precipitaba a tumba abierta. A media tarde se medio abrió y pudimos ver el Cervino. Era un fantasma blanco. Hicimos una primera subida hasta el refugio Carrel.
El ascenso fue muy duro, de los que hacen preguntarte qué estás haciendo allí. Vimos sólo a unos guías que se dieron la vuelta en el collado del Tyndall. También estaban unos eslovenos que se giraron cuando vieron el espectáculo y unos belgas que ni siquiera salieron del refugio. Antes de la zeta cenital del Cervino te encuentras con una arista que estaba con una placa de nieve virgen que se caía entera. Teníamos que ir limpiándola con el piolet. Por un lado hay una caída vertical; el otro es muy empinado y aguantaba toda la nieve. Fue un terror. Aun así subimos rápido. En cuatro horas y media estábamos en la cumbre. Llegamos a las 09:30. Pero la verdadera fiesta fue para cruzar de la cima italiana a la suiza. De las nevadas y el viento había una cornisa estremecedora. Es una arista muy afilada. Tienes que vigilar porque si vas muy abajo te metes en unas placas que te hacen caer llevándote a tu compañero. Si vas muy arriba la cornisa se puede desmontar. Fue muy bestia. ¡Qué cojones estoy haciendo aquí estando la montaña como está! En ese momento sale el Genís luchador que se dice que la vida hay que atravesarla derrapando. Hubo un momento en la noche en el que nos encontrábamos con cordadas perdidas por la pared. Nieve y hielo en las fisuras con los crampones patinando en unas paredes brutales. Fuimos por sitios en los que solo veíamos pitones de retiro y abandono. Subíamos por ahí. Era donde chapábamos. Piensas constantemente que ahí es donde la gente se mata. Es lo típico de ver un frontal dando vueltas por la pared. Puedes ser tú. Tienes que concentrarte mucho en la lucha. Ponerte el cuchillo entre los dientes”.
MONTE ROSA
Actividad:
50 Km.
8.300 metros de desnivel.
14 horas y 30 minutos.
Una climatología muy favorable se alía con Genís y su equipo para ayudarles a superar todo el cansancio acumulado. No obstante, el calor y la dureza de una larguísima etapa, no convierten esta actividad en una alfombra roja hacia el final de un sueño una vez imaginado.
“Físicamente fue la etapa más dura por el cansancio de los días anteriores. 50 kilómetros y más de 8.000 acumulados con lo que ya llevábamos encima. Hay que llegar a 4.600 metros de altitud”.
“La llegada a Zermatt ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Supuso materializar una idea, un sueño. Hacer realidad lo que un día imaginaste es algo increíble. Cuando empiezas a prepararlo y a hablarlo con gente, te das cuenta de que es mucho más complicado de lo que pensaste inicialmente. Hay un trabajo muy duro detrás: material, patrocinadores, estrategia…
Zermatt es llorarte encima. Las montañas han estado muy duras. La subida y bajada del Mont-Blanc fue muy complicada, del Gran Paradiso bajamos de noche por el glaciar saltando piedras tan grandes como un autobús, las condiciones del Cervino eran para realmente no subir, y el Monte Rosa, el cansancio más absoluto. Ha sido tocar el cielo”.