El Roque Nublo. Los cuatro elementos, el espacio y el tiempo.

El Roque Nublo. Los cuatro elementos, el espacio y el tiempo.

 

Texto: Kissthemountain.

 

LOS CUATRO ELEMENTOS

Una pieza de metal, poco a poco, va cambiando de color hasta alcanzar el rojo vivo. Entonces comienza el arte del forjado. Se hacen necesarias grandes dosis de paciencia y experiencia mientras se suceden los golpes de martillo, delicados y a la vez firmes. El taller se llena de un sonido agudo que invoca al eco mientras la pieza va adquiriendo una forma cuya inalterabilidad sólo el paso del tiempo romperá. Esmero, paciencia, amor, dedicación. Una obra de arte ve la vida para que la humanidad la admire. Si el hombre es capaz de realizar esculturas de gran belleza, ¿qué no será capaz de hacer la naturaleza? Su fortaleza es infinitamente superior a la del ser humano, y además cuenta con todo el tiempo necesario.

Imagino en la creación del mundo a los cuatro elementos de la naturaleza reunidos en las dunas de la playa de Maspalomas. El agua, la tierra y el aire sonríen orgullosos. No es para menos. El intenso azul del océano llena de admiración al elemento agua; las perfectas dunas de la playa hacen que el elemento tierra se sienta henchido de felicidad; una brisa enfría el ambiente rompiendo la humildad del elemento aire.

 

 

Entonces, los tres miran al fuego. Es su turno. Una gran responsabilidad le invade. La perfección de Gran Canaria está en sus manos. No quiere que la isla sea sólo sol y playa. Debe ser capaz de trasladar la belleza también al interior. Durante unos minutos permanece ausente. Se retira hacia la orilla, pero en lugar de mirar hacia el horizonte marítimo, se da la vuelta para contemplar lo que queda a la espalda de sus compañeros. Sus ojos se iluminan. Ya tiene la idea. Agita el interior de la tierra para ponerlo en ebullición. Y entonces se produce una gran explosión que eleva la isla, antes plana, por encima de los 1.900 metros sobre el nivel del mar. El agua, la tierra y el aire se giran para contemplar la creación del fuego. Maravillados giran al unísono sus ojos hacia su compañero. Repentinamente, ven aparecer la magia del fuego que con un chasquido de dedos sitúa un monolito de alrededor de 80 metros de altura para dotar a la isla de su símbolo. Ha nacido el Roque Nublo.

 

 

EL TIEMPO Y EL ESPACIO

La labor de los cuatro elementos ha terminado. Pero antes de marcharse de Gran Canaria viajan al noroeste de la isla, a ese espacio que parece el origen y el fin del mundo que hoy ocupa la pequeña localidad de Gáldar y el faro de Sardina, y donde habitan el espacio y el tiempo. Quieren conocer sus opiniones antes de marcharse para seguir construyendo el planeta Tierra. Al llegar, se detienen y esperan a que terminen su partida de “palo canario”. Entonces, se sientan a la mesa. Entre ellos, no existen las palabras. Se comunican sólo con sus miradas, de gran responsabilidad. El espacio y el tiempo parecen ser conscientes de que la labor del agua, el fuego, la tierra y el aire ha sido de gran magnitud. Sólo cuando todo parece quedar claro, los cuatro elementos se retiran.   

Es el turno del tiempo y del espacio. Trabajan conjuntamente para crear aquello que maravillará a todos los que se acerquen a conocer la isla. Y entonces comienzan una obra que parece querer dotar a esa zona del interior de la isla de la sensación de abandonar el planeta Tierra para entrar en un mundo extraño y diferente, propio más bien del paisaje lunar. Crean senderos que serpentean por bosques de pino canario.

 

 

Construyen el Tablón como una enorme explanada pétrea donde acaban de surgir el Roque Nublo y la Rana. Y se sienten satisfechos. Pero aún les queda algo importante. Escalan los bloques de piedra de las formaciones con las que el elemento fuego terminó su misión en la isla y contemplan maravillados el trabajo de los cuatro elementos. Y entonces deciden dotar a todo lo que desde allí contemplan de una vegetación desbordante. No tienen prisa. El tiempo no tiene necesidad de ello. Sólo deben preparar el terreno. Allí crearemos valles para papayas, mangos y cafetales; esas franjas de tierra serán para que florezcan en primavera el cardo y el alcaucil; aquellas para las plataneras; en aquel lugar incrustados entre desfiladeros pondremos naranjos y oasis para palmeras; en los barrancos fruto de la erosión daremos vida a almendros y árboles frutales. Crearemos un continente en miniatura.

 

 

EL TESORO

Algo es más bello cuando no siempre se tiene la posibilidad de contemplarlo. Justo cuando todo ha quedado reflejado en sus esquemas, el tiempo y el espacio se percatan de esto y entonces emprenden una gran carrera hacia La Playita en la Aldea, justo al sur del Parque Natural Tamadaba. Esperan llegar antes de que los cuatro elementos abandonen la isla. Lo hacen justo en el momento en el que el agua, el aire y la tierra están a punto de embarcar. El fuego ya lo ha hecho y contempla desde cubierta como sus compañeros cambian impresiones con el espacio y el tiempo. Entonces, los tres vuelven a subir a los dominios del Roque Nublo mientras el fuego espera.

Todos sabemos que el aire se eleva calentado por la irradiación terrestre. A medida que esto ocurre, el vapor de agua se condensa en pequeñas gotas o cristales de hielo dando origen a las nubes. Aire, tierra y agua. Son ellos los que deben ejecutar la última idea del espacio y el tiempo.

No es fácil. Pero, sobre todo, le exigirá un gran compromiso que, si no eterno, deberá mantenerse hasta que el mundo sea mundo.

 

 

 

La tierra tendrá que calentarse para que el aire ascienda hasta la altura justa que haga que el agua se condense convirtiéndose en nubes que en la mayoría de las ocasiones se mantengan por debajo de la explanada pétrea de donde nace el Roque Nublo. Pocas veces debe superarlo, para crear así mares de nubes que a pesar de su belleza, escondan los tesoros que alberga la isla. Aceptan el compromiso. Y lo hacen pensando en los que se acerquen a disfrutar de este mágico lugar de la isla con sus familias o amigos, pero también para que las imágenes de corredores de montaña como Pau Capell, Azara García, Pablo Villa, Cristofer Clemente, Fernanda Maciel, Magdalena Laczak o el corredor local Yeray Durán, atravesando este mágico lugar de la isla, conviertan Transgrancanaria en una de las carreras más icónicas del panorama internacional.

Y es que Gran Canaria es #muchoporvivir.

 

 

 

 

 

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