Ferran Latorre. La conquista de la belleza.

Ferran Latorre

Ferran Latorre. La conquista de la belleza.

Cuando pienso en la respuesta a la pregunta de por qué escalamos, muchas veces llego a la conclusión de que no hay razones, sino más bien impulsos. El primero es el de la conquista de la belleza. Queremos conquistar las montañas por su estética. Queremos formar parte de ellas. También está la conquista del reto. Las montañas son la metáfora perfecta del reto por el reto. En tercer lugar está la curiosidad. Debemos mantener viva su llama durante toda nuestra vida.

Texto: Kissthemountain

E  

l pasado 27 de Mayo de 2017, Ferran Latorre alcanzaba la cima de su montaña más deseada, el Everest, cerrando un ciclo que se inició casi 20 años atrás con la conquista de su primer ochomil. En la pasada edición de la Semana de la Montaña de Sevilla, Ferran hizo un recorrido por cada una de las catorce cimas que superan la cifra mágica de los 8.000 metros. En este artículo no hablamos nosotros, sino que dejamos que sea él quien nos diga unas palabras de once de sus catorce grandes montañas. Nos hemos permitido no exponer sus impresiones por orden cronológico.

 

Everest (8.848 m.) – 27 de mayo de 2017

“Quedaba solamente esta montaña para completar los 14 ochomiles. Tenía la sensación de estar ante una cumbre no muy difícil pero a la vez muy importante para mí.

En los días que pasé en el campo base necesitaba aislarme de todo. Por las tardes paseaba para alejarme de la gente y también de mis propias presiones y miedos. Había mucho estrés por la prensa y los patrocinadores. Necesitaba no perder de vista la razón por la que estaba allí. Necesitaba mirar a la cara de aquel niño que un día soñó con subir al Everest para decirle que aquí estaba yo por él, no por otros motivos.

La subida al Collado Sur fue muy peligrosa con constantes caídas de piedras e incluso de botellas de oxígeno que nos rozaban. Al llegar allí, el tiempo era muy malo, con mucho viento y nieve. Sin duda, es uno de los lugares más siniestros y desoladores del planeta Tierra.

Ante mí estaban los últimos mil metros de mi proyecto, el sueño de mi vida. Intenté subir sin oxígeno, pero las condiciones climatológicas eran malísimas. Tuve dudas, pero decidí usarlo. Necesitaba subir y cerrar el círculo. Hice todo lo que pude. Estoy muy tranquilo conmigo mismo.

La cumbre fue un momento muy emocionante a pesar de la dureza en las condiciones. Ha sido la única cumbre en la que no me he fotografiado con la foto de mi hija. Tengo que volver”.

 

Ferran Latorre

 

 

Nanga Parbat (8.126 m.) – 25 de julio de 2016

Esa sensación de que cada paso que das estás más cerca de la cumbre pero más lejos del campo base…

Para mí ha sido la ascensión más dura de las 14. Dos años antes había sucedido ese terrible atentado. Éramos los primeros que volvían al Nanga Parbat en verano. Se nos puso en la cabeza a Yannick [Graziani] y a mí abrir una nueva ruta por uno de los lugares más bestias en los que he estado en mi vida. Lo intentamos con esquís pero tuvimos que abandonar a 7.800 metros. El día previsto para la cumbre hizo mucho viento. Hubiese sido una historia preciosa.

Al bajar estuve en el Campo Base varios días pensando si intentarlo o no. Había poca gente. Fue un año horroroso con mucho calor y caídas constantes de piedras. Tuve muchas paranoias. Estaba muy sensible y, por qué no decirlo, acojonado. Finalmente decidí intentarlo en estilo alpino con Hélias [Millerioux] y Boyan [Petrov]. Fue una sensación muy bonita de aventura. Tres personas solas en una montaña descomunal.

En el ataque a la cumbre salimos muy tarde de la tienda. La noche anterior habíamos pasado mucho frío. Había mucha nieve. En los últimos 200 metros iba fundido, incapaz de abrir huella. Nunca había estado tan vacío de energía. Tengo que agradecerle a Boyan la cumbre del Nanga. El búlgaro estaba muy fuerte aquel día y abrió estos últimos metros. Fue un regalo precioso. Pocas veces he tenido esa sensación de soledad como aquí, por estar tres personas solas en una montaña tan grande, por estar profundamente agotado…”

 

 

Kangchenjunga (8.586 m.) – 18 mayo de 2009

“De todas, el ocho mil más colosal, no el más bello, pero sí el más mastodóntico. Es una muralla de 15 kilómetros a 8.000 metros de altura. Cuando estás debajo de esta montaña, te das cuenta de lo pequeño que eres.

Fue una historia muy especial. Conseguí llegar a su cumbre en el segundo intento. En 2006 estando muy cerca, una tempestad repentina de unas tres horas nos despistó y obligó a bajar. Al llegar al campo base, tuvimos una semana de buen tiempo. Aquello fue muy injusto y casi me lleva a plantearme abandonar todo esto al llegar a casa.

En 2009 regresé con el equipo de Al Filo de lo Imposible y pude llegar arriba”.

 

K2 (8.611 m.) – 26 de julio de 2014

“Tuve la corazonada de que se me debía algo y que ese era el año. Pensaba todo esto estando en el mismo sitio donde rescaté a Juanito Oiarzabal. Me di cuenta de que podría hacerse realidad el sueño más bonito de mi vida.

Para el décimo ochomil, decidí escoger el K2 aunque quizás lo más lógico en aquel momento hubiese sido el Gasherbrum I por ser una montaña más sencilla. Venía de no haber logrado la cumbre del Makalu. Fue como una especie de órdago: si subo el K2 sigo con este proyecto, si no, abandono.

Había estado en esta montaña diez años antes con el equipo de Al Filo de lo Imposible. Fue cuando, al bajar de la cumbre de noche y muy cansado, Juanito Oiarzabal se perdió. Estuve buscándole durante dos horas a 8.000 metros, en “El Hombro”. Finalmente lo encontré, pero perdí mi oportunidad de escalar el K2.

La captura de la belleza, de los retos y también en cierta medida de las emociones… Hice cumbre el mismo día pero diez años después del rescate de Juanito Oiarzabal”.

 

 

Gasherbrum I (8.080 m.) – 24 de julio de 2015

“Una expedición muy dura. Tres alpinistas solos en una montaña muy grande. Para mí ha sido una de las ascensiones más bonitas que he hecho como alpinista. Allí conocí a Yannick Graziani. Fue una cumbre muy especial. Estar solos no es lo mismo que cuando estás acompañado por expediciones comerciales”.

 

Makalu (8.481 m.) – 23 de mayo de 2016

“La arista final es muy aérea y sin duda una manera muy digna de terminar una montaña tan bella como es el Makalu.

Era mi quinta vez en una montaña que se me resistía. Para mí es el ochomil más bonito y espectacular de todos. Parece que nunca se alcanza la cumbre. Al llegar al punto donde crees que está la cima, queda todavía una arista bastante más larga de lo que parece. Es una arista bestial.

El ataque lo hicimos desde bastante lejos. Fue un momento muy mágico. Le pedí a Hanz [Wenzl] que me dejara abrir huella en la arista final. Pensaba que lo merecía después de cinco intentos”.

 

 

Lhotse (8.516 m) – 22 mayo de 2013

“Uno de los ochomiles más simples, no porque sea fácil, sino porque es una montaña con mucha infraestructura, vecina del Everest, cuerdas fijas, mucha gente, poca sensación de aventura, pero eso sí, una gran montaña con unas vistas bestiales.

Para mí es muy especial, pues justo al regresar al campo base, recibimos una llamada de Juanjo Garra. Había tenido un accidente a 8.000 metros y se había facturado el tobillo, o la tibia, no recuerdo bien. Estábamos a 300 kilómetros. Intentamos lo imposible. Tardamos dos      días en conseguir un helicóptero. Cuando llegamos ya era tarde. Lo intentamos todo y más, pero lamentablemente no fue posible a pesar de que se lo prometí desde el campo base del Everest”.

 

 

 

Cho Oyu (8.201 m.) – 26 septiembre de 2013

“Tras recuperarme en casa de la muerte de Juanjo Garra, proyecté escalar el Cho Oyu, preciosa montaña al lado del Everest. Quise hacer algo distinto y viajé allí en solitario con la intención de hacerlo non-stop. Tras 14 horas más cuatro de descanso en el campo II, y junto a Azim Ghychisaz, logré hacer cumbre. Quizás sea la menos bonita de todas. En cualquier caso la ascensión es impresionante y el lugar es mágico. Guardo muy buen recuerdo de hacer algo diferente”.

 

Gasherbrum II (8.035 m.) – 31 julio de 2012

“Probablemente sin saberlo, fue un momento muy importante en mi carrera. Si no lo hubiese hecho, hoy no estaría donde estoy.

Después de un golpe muy duro psicológicamente en el que tuvimos que abandonar para ayudar a otro montañero con un edema cerebral, y tras pasar poco tiempo por casa, tocaba intentar esta montaña.

El Gasherbrum II, a pesar de que pueda parecer lo contrario por ser relativamente bajo, es un ochomil muy severo y bastante complejo, con un ataque a cumbre largo y bastante comprometido.

El año fue muy difícil. Nos quedamos solos en una montaña muy grande. Además, hizo muy mal tiempo y los aludes eran frecuentes. Tuvimos que estar más de 30 días en el campo base. Estaba desesperado. El último día dieron una ventana de buen tiempo. A 7.700 volvió a cambiar y comenzó a hacer un viento muy fuerte. Nos refugiamos detrás de una roca en la arista sur durante más de seis horas. Nos asaltaron las dudas. El regreso era muy complicado y cualquier urgencia podría haber terminado mal. Decidimos esperar y pudimos hacer cumbre.

Fue una ascensión especialmente bonita al llegar al atardecer con un mar de nubes espectacular. Fue todo un regalo para cinco amigos que hicimos cumbre en unas condiciones muy difíciles”.

 

 

Shisha Pangma (8.013 m) – 4 octubre de 2005

“Fue mi primer ochomil en una historia muy bonita e inesperada. Era el año 1992 e hicimos la primera repetición de una vía por la cara sur de la montaña. No es una cima principal. Años más tarde, en 2005, con Al filo de lo Imposible, ya sí que hice la principal.

Esta primera expedición de 1992 fue con la Politécnica de Cataluña, donde estudiaba. La hice con compañeros de estudios y de club. Tengo un recuerdo precioso. Era un lugar salvaje, limpio y virgen. Éramos muy jóvenes, sólo teníamos 20 años y queríamos hacerlo de la forma más genuina posible”.

 

Annapurna (8.091 m) – 29 abril de 1999

“Mi primer ochomil de los que cuentan para las catorce cimas. Sebastián Álvaro me llamó y me preguntó si quería ir al Annapurna con el programa Al Filo de lo Imposible. Comenzó una historia que duró 13 años. Sin saberlo, se abría la etapa más bonita de mi vida.

El Annapurna fue mi primer ochomil principal. Abrimos la ruta de la izquierda a la de los franceses, la alemana, por donde se encuentra uno de los lugares más peligrosos de todos los ochomiles: el famoso cono donde convergen todos los seracs. Allí da la sensación de estar vendido. Sólo queda rezar.

Fue una ascensión muy bonita. Estábamos solos tanto en el campo base como en la montaña”.

Broad Peak (8.051 m.) – 12 julio de 2007

Dhaulagiri (8.167 m.) – 1  mayo de 2008

Manaslu (8.156 m.)  – 5 octubre de 2008

 

 

 

En el Everest se cerró un círculo que se inició con aquella ascensión a Punta Alta (3.014 m.) con tan sólo catorce años, y que terminaba 5.834 metros más arriba y 33 años después. Un proyecto que ha sido impulsado por lo que espero que siga siendo la fuente de iluminación de mi vida: la pasión, la de aquel niño que prometió un día en la página de un libro que subiría la montaña más alta del mundo”.

 

 

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