MIRADOR DEL PICO DE LOS POZOS DE LA NIEVE. El extraño viaje de la chica de Teror

MIRADOR DEL PICO DE LOS POZOS DE LA NIEVE . El extraño viaje de la chica de Teror

MIRADOR DEL PICO DE LOS POZOS DE LA NIEVE. El extraño viaje de la chica de Teror

 

 

 

 

 

Por Kissthemountain

 

-Tengo que marcharme a un lugar que es mejor que no sepas. No te preocupes. No concibo una vida que no sea contigo en esta maravillosa isla. Volveré lo antes que pueda, aunque el tiempo allí donde voy es muy relativo. 

Sentados en esa piedra de la ruta de La Plata, en el tramo que une el Roque Nublo con la localidad de Tunte, se me partió el corazón en dos. En un principio, no supe cómo asimilar tus palabras. Quise pensar en que quizás estabas bromeando, aunque sabía perfectamente que no era así. No te pregunté el motivo de tu marcha. Por tu actitud callada de esa mañana, al despertarnos en ese pequeño alojamiento rural de Tejeda, el pueblo al que volvíamos una y otra vez desde que me instalé en Gran Canaria, supe que no ibas a contármelo. Probablemente, hacía ya tiempo que habías tomado la decisión.

-¿Estarás mucho tiempo fuera? ¿Te marchas muy lejos?

-El tiempo, allá donde voy, trascurre de una manera diferente a la que conocemos. Quizás para mí no sean más que unos minutos, pero desconozco cuánto será para ti. En lo que se refiere a la distancia, no lo entenderías. El lugar al que voy no tiene una localización física, al menos en este mundo. Siento no poder darte más explicaciones. Lo que sí puedo decirte es que un día, cuando estés en ese lugar en el que las nubes quedan suspendidas, como si se tratase de un mar, entre la infinidad de profundos barrancos erosionados por el viento y el agua, donde la vista alcanza incluso al Teide en ese vértice conformado por el triángulo que abarca desde Tamadaba, al noroeste, hasta el macizo de Amurga, al sureste, a Tejeda a los pies del Roque Nublo y a la Aldea de San Nicolás y a Mogán bañadas por el mar, me acercaré a ti por tu espalda, la rodearé con mis brazos, posaré mi cabeza sobre tu hombro izquierdo y ya nada ni nadie nos separará jamás.   

Te interrogué con la mirada. ¿Un lugar sin localización física en el que el tiempo pasa de manera diferente para ti y para mí? ¿No podías ser un poco más precisa en cuanto al lugar y al momento en el que volveríamos a encontrarnos? ¿Cuál era la razón que te obligaba a marcharte cuando no nos habíamos separado desde que nos conocimos en esa fiesta de Teror hacía ya dos años?

No tuve respuesta. Te incorporaste, me besaste y comenzaste a subir de nuevo hacia el Roque Nublo.

-No me sigas, por favor. No lo hagas más difícil. Estoy seguro de que averiguarás nuestro punto de encuentro. Es un lugar muy especial para nosotros.

 

 

 

En ese momento me deshice. Me habías dicho tantas veces que siempre estaríamos juntos… Por supuesto, cumplí tu deseo y no te seguí. Esperé unos minutos por si volvías y decidí continuar hasta el coche que habíamos dejado en el cruce con la carretera un kilómetro más abajo. Trataba de ordenar toda la información que me habías dado. “Un punto de encuentro que es un lugar muy especial para nosotros”. Por tu descripción, podían ser varios. En muchos lugares es posible encontrar esos fascinantes mares de nubes en los que tú y yo dejábamos volar nuestra imaginación, pero sin saber realmente por qué fui consciente justo antes de llegar al coche de que te referías al Mirador del Pico de los Pozos de la Nieve, en el punto más elevado de Gran Canaria, a unos 1.950 metros de altitud sobre el nivel del mar, más o menos en el centro de la isla, de nuestra querida Gran Canaria, lugar en el que tú naciste y que tan acaloradamente me acogió. 

Desde entonces, prácticamente cada día, al atardecer, he acudido a nuestro punto de reunión. Han pasado ya nueve meses desde entonces. Los primeros días subía con pasos impacientes pensando que tal vez ese sería el momento elegido por ti para tu vuelta, si es que tú podías escogerlo. Poco a poco, fui perdiendo la esperanza. Me habías dicho que aunque para ti podrían ser minutos, para mí, quizás, sería mucho más.

 

 

 

 

 

El tiempo pasaba muy despacio. Una mañana, al despertar, el calendario marcaba el 1 de septiembre, el mismo día en el que te conocía en la Subida de la Bandera de la Fiesta del Pino en la Basílica de Teror.  Tuve un fuerte presentimiento de que quizás ese podría ser el de tu vuelta. Pasé toda la mañana y el inicio de la tarde, mientras aguardaba el momento de la puesta de sol, muy inquieto. No podía esperar a que llegara el momento de subir al Mirador del Pico de los Pozos de la Nieve. Llegué allí dos horas antes de que el sol comenzase a despedirse del día dando la bienvenida a la luna. Me senté donde siempre y, como solía hacer, me dispuse a traer a mi mente, desde ese lugar al que llamamos memoria, recuerdos de momentos en los que juntos éramos felices.

Las olas lentamente se acercan a la orilla. Quiero estar contigo el resto de mi vida”. Esas palabras pertenecen a una canción que tú me cantabas una mañana a la que acudimos temprano a la playa de Güigüi para pasar el día. Yo aún no la conocía y tú siempre me hablabas de que, junto a Los Charcones de Bañaderos, cerca de Arucas, era tu playa preferida. Acabábamos de conocernos y tú te mostrabas muy ilusionada en mostrarme todos tus rincones favoritos de Gran Canaria. 

 

 

 

 

Esa misma tarde, quisiste enseñarme la casa en Teror en la que habías pasado tus primeros años de vida. Fuimos hasta allí, buscamos un alojamiento y acudimos a cenar tu plato favorito de la riquísima gastronomía grancanaria a un restaurante que conocías desde pequeña. Fue una noche inolvidable. Al despertar, por la mañana, el sol se colaba por la persiana de la pequeña habitación en la que habíamos dormido. “Mira, los rayos del sol aterrizan en tu espalda. No saldría nunca de la cama”, me dijiste mientras me golpeabas jugando con la almohada. 

Estos dos recuerdos de un mismo día arrancaron mis lágrimas justo en el momento en el que el sol se ponía entre el mar de nubes. Entonces, hoy unos pasos a mi espalda, contuve la respiración, sentí unos brazos que rodeaban mi pecho y una cabeza que se apoyaba sobre mi hombro izquierdo.

 

 

 

 

 

 

-‒Ya estoy aquí. Gracias por esperarme. A partir de ahora, tendremos toda la vida por delante para estar juntos. Te he echado tanto de menos que sentía que algo moría dentro de mí. He realizado un viaje muy extraño en una dimensión propia de los sueños. Los paisajes eran muy bellos, pero para nada comparables a los que aún nos quedan por conocer juntos en nuestra isla.

 

El mirador del Pico de los Pozos de la Nieve se encuentra en el punto más elevado de Gran Canaria, a unos 1.950 metros de altitud, en el Morro de la Agujereada. Es como un balcón que ofrece vistas privilegiadas de Gran Canaria. Allí puede vivirse uno de los fenómenos más impresionantes que ofrece la naturaleza, cuando las nubes quedan por debajo de nuestra visión, justo por encima de gran parte de la zona declarada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, ofreciendo la increíble sensación de que podríamos volar sobre ese mar de algodón blanco.

 

 

 

 

 

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