RUBÉN SANMARTIN | NUEVAS TENDENCIAS EN EL ALPINISMO. Climb&Fly

RUBÉN SANMARTIN | NUEVAS TENDENCIAS EN EL ALPINISMO. Climb&Fly

RUBÉN SANMARTIN | NUEVAS TENDENCIAS EN EL ALPINISMO. Climb&Fly

 

Le propusimos a Rubén Sanmartín mantener una conversación sobre el panorama actual del guiaje en España, pero él nos sugirió hacerlo sobre una nueva tendencia en el alpinismo que es el uso del parapente para descender de cimas previamente escaladas. Hoy, es posible llevar equipos para el vuelo en un hueco de la mochila, con apenas peso extra, lo que abre muchas posibilidades en cuanto a actividades a realizar. En esta charla, el atleta de MONTURA hace un recorrido histórico por esta tendencia en auge, a la vez que remarca que no todo es saber manejar el equipo, sino que la experiencia y los conocimientos en aerotermia se hacen fundamentales para que el riesgo sea asumible. Estamos seguros de que más adelante volveremos a hablar con Rubén.

 

 

Por Kissthemountain

Fotografías: Álvaro Lafuente

 

Kissthemountain: Hola, Rubén. ¿Qué tal estás? ¿Es un buen momento para hablar? ¿Necesitas más tiempo?

Rubén: Hola, Juanmi. No te preocupes. Ahora podemos hablar sin problema. Ya estoy por casa.

K: ¿Vienes de entrenar o de hacer algo de actividad?

R: He estado escalando en Terradets. Hacía buen tiempo para ello. En el Pirineo, sí que llevamos unos días con mucho viento. Dicen que para el jueves mejora. Espero que sea así. 

K: Tengo muchas ganas de que hablemos del tema que me propusiste cuando quedamos para mantener esta charla. Aunque también me apetecía que tratáramos sobre tu oficio como guía de montaña, creo que esta propuesta sobre algunos nuevos caminos que está tomando el alpinismo puede ser muy interesante. Me refiero al uso del parapente, aunque realmente, por lo poco que sé de este tema, ya en los años 80, personalidades como Jean Marc Boivin o el mismo Christophe Profit utilizaron este medio de descenso/transporte en actividades tan importantes como las del K2, Aconcagua, Gasherbrum II o Everest, por parte de Boivin, o en la Trilogía Invernal, por parte de Profit, quien creo que de la primera de las caras norte, la de las Grandes Jorasses, bajó en parapente desde el espolón Croz, algo que tú también has hecho. Pero, me estoy adelantando. Cuéntame de qué vamos a hablar y por qué de tu interés.

R: Sí, es como dices. Ya en los años 80, pioneros como Boivin utilizaban el parapente, pero el material está evolucionando, o ya lo ha hecho, mucho. Esas actividades que mencionabas marcaron un antes y un después, pero eran muy diferentes a las que se realizan ahora con parapente. Antes, los equipos eran muy pesados y presentaban más dificultades para el vuelo que ahora. La actividad era distinta porque, al ser equipos de unos 12 kilogramos, se necesitaba una mochila de unos 80 litros y ayuda para portearla hasta la cima. También estaba la silla. El conjunto alcanzaba entre los 15 y los 18 kilogramos de peso. Desde esos años 80, y sobre todo desde 2010 hasta nuestros días, la evolución ha sido grande. En 2018 o 2019 llegan velas más ligeras, de alrededor de un kilogramo de peso, con sillas que no superan los 200 gramos, ocupando el conjunto unos cuatro litros. Esto marca otras pautas diferentes. Uno de los ejemplos más recientes es el del vuelo desde la cumbre del K2 de Benjamin Védrines [Benjamin empleó unos 30 minutos en bajar volando desde su cima hasta el campo base].  Unas horas más tarde, también lo hicieron, esta vez en tándem, Liv Sansoz y Zeb Roche. Por darte algún dato, el peso total de este tándem, con las dos sillas, estaba en torno a los cuatro kilogramos. Son otros materiales. Se trata además de parapentes de bajada, que no están diseñados para remontar térmicas, pero que nos permiten llevarlos prácticamente en una esquina de la mochila. Por decirlo de algún modo, está abierta la veda para escalar vías de gran dificultad cargando con el equipo de vuelo, y, si el día lo permite, poder quitarte las dificultades del descenso o simplemente hacerlo de forma mucho más rápida. En los Alpes, esto es una tendencia en crecimiento. Hay muchas revistas francesas y suizas que hablan bastante de este tema, cosa que no ocurre aquí en España. Sí que es cierto que hace un año o así, José Isidro Gordito hizo un artículo para la revista Desnivel.

K: Sí, lo he leído. Me gustó mucho. Es muy interesante y recoge parte de la historia de este tipo de actividad.

R: Ese artículo tiene una visión más hacia el hike&fly, en el que se emplea un parapente normal, aunque algo más ligero, de cuatro o cinco kilogramos, al que hay que sumar otros dos de la silla. Está más enfocado a subir caminando una montaña y volar desde allí. Ese equipo te permite coger térmicas, laderas y hacer vuelos de kilómetros, de cross country, que, si son en época de verano donde hay muchas corrientes térmicas, facilitan a gente muy experimentada incluso cruzar el Pirineo entero. Hace unos años, la visión para el parapente era para este hike&fly, pero esta se ha quedado para actividades de cross country, de volar durante muchos kilómetros, caminando para subir, con un equipo de un volumen de unos 50 litros, pero no para escalar.

K: Claro, no para hacer una norte en los Alpes como la que hiciste en 2022 junto a Bru Busom y Alberto Fernández en No siesta en las Grandes Jorasses.

R: Exacto. Esta actividad que me dices es de climb&fly, escalada y vuelo. A esto es a lo que me refiero cuando te digo que se está convirtiendo en una nueva tendencia.

 

 

 

K: Imagino que serán dos los motivos que te llevan a descender volando. Por un lado, la rapidez y la posibilidad de evitarte esos riesgos cuando uno además está bastante cansado después de una exigente escalada. Por otro, estará el disfrute del propio vuelo. En tu caso, ¿por qué lo haces?

R: Empecé a volar en parapente convencional hace algunos años con otra gente para aprender. Eran velas más seguras y sencillas, pero de alguna manera intuía que la evolución del alpinismo iba a ir muy unida a los descensos rápidos, evitando riesgos y ganando tiempo. Está claro que es así. Cuando escalas una vía complicada, hasta que no has llegado al coche quedan riesgos por asumir. Volando, todo termina antes y con mucho menos cansancio. Pero no es tan fácil pues hay muchas incógnitas. Durante la escalada estás pensando en cómo estará el viento ahí arriba. Es cierto que hay muchos partes, pero hasta que no alcanzas la cima no conoces las condiciones reales. Tampoco, a pesar de todos los mapas y visiones tridimensionales, si no has estado antes allí arriba, no sabes con certeza si habrá un despegue hacia la orientación que desees. Puedes intuirlo un poco, pero, en ocasiones, te toca bajar hasta otro collado. En muchos lugares, durante la noche y a primeras horas de la mañana, el viento está de norte, pero cuando el sol calienta se pone de sur. Como tenemos que despegar con el viento de cara, no a sotavento, y no sabes a qué hora vas a llegar a la cima -por la tarde suele volver a girar a norte-, siempre es una incógnita si podrás volar o no. Eso genera mucha incertidumbre. Un vuelo con un viento de 10, 15 o 20 km/h será tranquilito, de disfrute, pero si llega a 25 o 30 km/h es otra cosa. Al final, esto genera más nervios que si desde un principio sabes que vas a bajar andando. Hay muchos factores a los que prestar atención. Salir volando es una decisión muy importante. A veces tendemos a querer salir siempre el parapente, pero creo que la decisión se tiene que tomar antes de montarlo. Factores como los sotaventos o las turbulencias pueden afectar gravemente. Hay que guiarse por las sensaciones que tienes cuando estás en la cima y saber renunciar a ese vuelo para bajar como siempre se ha hecho. Sabes que te llevará muchas más horas, pero, como decimos, cuando llega la noche no hay prisa. Ya llegarás. No hay que frustrarse por tener que renunciar al vuelo. El parapente debe ser, en ocasiones, sólo una opción.

 

“En muchos lugares, durante la noche y a primeras horas de la mañana, el viento está de norte, pero cuando el sol calienta se pone de sur. Como tenemos que despegar con el viento de cara, no a sotavento, y no sabes a qué hora vas a llegar a la cima -por la tarde suele volver a girar a norte-, siempre es una incógnita si se podrá volar o no. Eso genera mucha incertidumbre. Un vuelo con un viento de 10, 15 o 20 km/h será tranquilo, de disfrute, pero si llega a 25 o 30 km/h es otra cosa. Al final, esto genera más nervios que si desde un principio sabes que vas a bajar andando. Hay muchos factores a los que prestar atención. Salir volando es una decisión muy importante”.

 

 

K: Claro, no te pueden vencer las ganas de tomarte una cerveza en el refugio.

R: Eso es. Muchos hemos tenido sustos y otros, graves accidentes. Desde fuera, parece muy bonito y desde luego que lo es, pero hay una línea que no se debe sobrepasar. Cuanta más experiencia tienes, ves con más certeza que el vuelo no es posible y que toca bajar andando.

 

“Muchos hemos tenido sustos y otros, graves accidentes. Desde fuera, parece muy bonito y desde luego que lo es, pero hay una línea que no se debe sobrepasar. Cuanta más experiencia tienes, ves con más certeza si el vuelo es o no posible y si toca bajar andando”.

 

K: Se trata de disfrutar y de reducir el riesgo de una bajada convencional, no de aumentarlo. La montaña ya de por sí entraña bastantes peligros como para volar en condiciones que no son seguras.

R: Exacto. Es cierto que cuando se empieza en este deporte, es más difícil ver todos los peligros, pero poco a poco vas siendo consciente de ellos. Es diferente al vuelo en un parapente normal, con un equipo pesado en donde vas a más altura que la de las propias cimas. Ahí, el viento es más laminar y limpio. También depende mucho de la orografía. En Himalaya, habitualmente desde las cumbres, tienes un descenso de planeo directo hacia el valle, sin tener que atravesar collados ni entrar en sotaventos, y además no sales volando a esa altitud si las condiciones meteorológicas no son perfectas. En Pirineos y Alpes, en cambio, muchas veces nos vemos obligados a realizar planeos dentro de valles que pueden estar sotaventeados y atravesar collados en los que dudamos si llegaremos con la altitud suficiente para atravesarlos. Estos sotaventos crean rebujos que hacen que el descenso sea más fuerte hacia el suelo y que el planeo sea más complicado de intuir.. Hay que echar muchas horas para poder volar con una seguridad relativa. Muchos hemos pecado al principio de un exceso de confianza, de decirte que ya sabes volar porque llevas dos años haciéndolo, pero la realidad es que no. Hay que tener la cabeza bien puesta. Lo llevas en la mochila, pero eso no quiere decir que lo tengas que usar. Todo hay que planificarlo muy bien. Son muchos los factores a controlar que al final también te enganchan. 

K: Claro, porque no todo es dominio del equipo, sino que hace falta tener conocimientos en aerología, mecánica de brisas, sustentación y densidad, y de otros factores que imagino que más que por estudios se adquieren por experiencia.

R: Eso es. Hay un montón de escuelas haciendo cursos de parapente, de iniciación, para vuelos más largos, pero no enfocado a la alta montaña con velas pequeñas. La mejor forma para aprender sería hacerlo de manera tutelada y no tirando de querer y de ganas. Hay que ir con pies de plomo en esto.

 

 

 

K: A mí, que no conozco para nada este tipo de actividad, me ha resultado muy curioso eso que has comentado de que el vuelo desde un ochomil puede resultar más viable al volar hacia el valle en un espacio, digamos, más limpio, que hacerlo en Alpes o Pirineos.

R: En montañas altas, a partir de 5.000 o 6.000 metros, la densidad del aire se nota mucho. Esto condiciona, sobre todo si vas con una vela pequeña. Por ejemplo, con una como la que llevó Benjamin Védrines al K2, para despegar igual tienes que correr a 30 km/h para que coja peso y te saque a volar. A esa altura, eso es correr bastante y nada fácil. Además, está lo expuesto. Si la ladera no es muy grande y al final hay un cortado, existe el peligro de que la vela no te saque volando. Hay que tener en cuenta que allí arriba la masa de aire tiene muy poca sustentación. Una vez que despegas, las condiciones son casi perfectas, pero para hacerlo de allí arriba, debes tenerlo todo muy claro. No hay marcha atrás una vez que te pones a correr. Como te he comentado antes, al poco de salir Benjamin, lo hicieron Liv Sansoz y Zeb Roche en biplaza. Esta opción es una herramienta muy interesante porque permite bajar a dos personas que han escalado juntas. Hay casos en los que el viento puede cambiar rápidamente, permitiendo bajar sólo a una de las dos. Si esto ocurre, la persona que se queda arriba puede verse en una situación muy comprometida si el sitio es muy expuesto. Esto le ocurrió a unos amigos en Gavarnie. Por suerte, la persona que no pudo volar se había quedado con las dos cuerdas que le permitían rapelar. Si no, hubiera tenido que llamar al helicóptero. No es ninguna broma, pues puede haber problemas serios. Otra actividad a destacar es una de Fabian Buhl. Él es un crack con eso del parapente, a nivel de cross country y todo. Ha invertido un montón de tiempo. Hizo el vuelo desde el Cerro Torre. Subió con otros dos compañeros que bajaron rapelando. A los dos años, repitió otra cordada formada por Roger Schäli, Mario Heller y Pablo Pontoriero. Todos bajaron en parapente. Imagina que vas a volar a última hora de la tarde, dos salen y uno no puede hacerlo… Sería un verdadero problema.

K: ¡Hay que salir el primero! [Risas]. Cuéntame alguna actividad tuya. Siento curiosidad, por ejemplo, por ese vuelo desde las Grandes Jorasses, al ser similar al que hizo Christophe Profit en 1987.

R: Esa actividad es de las que mejor recuerdo tengo. Aquí en el Pirineo, también me gusta ir solo y hacer corredores fáciles. Un día en primavera, por ejemplo, escalé el diedro norte del Anayet, me tiré volando a Pala de Ip, escalé su corredor del norte, me tiré volé a Collarada, hice la Canal de los Militares y bajé a Villanúa. Todo esto sin hacer los descensos volando puede ser un día y medio. En cambio, lo hice en ocho o nueve horas. El uso del parapente marca la diferencia. Salió un día muy disfrutón. En la actividad que me mencionas por la No siesta de las Grandes Jorasses con Bru y Alberto, portaba un equipo muy ligero. Yo les había dicho que lo iba a llevar pues, si podía, tenía la intención de volar allí. Ellos, al ver mi mochila, no pensaron que lo llevaba. Ocupaba sólo tres o cuatro litros en el fondo de la mochila, que es un peso asumible cuando haces una vía complicada de 1.200 metros. Esto con los equipos de antes sería inviable. Hicimos cima en el espolón Croz a las 23:30. Hacía bastante viento y decidimos quedarnos a dormir allí. A la mañana siguiente, bajé unos 150 metros, ya que desde la cima no se puede volar, y despegué. Fue un vuelo muy tranquilo hasta acercarme a Courmayeur, donde la controversia de vientos complicaba un poco las cosas. Lo que te quiero decir es que cuadró bien. Obviamente, si hubiéramos decidido bajar por la noche caminando, pues no habría volado. No voy a condicionar a los compañeros.

 

 

 

K: Mañana he quedado con Bru. Hacemos un artículo con él también en este mismo número.

R: ¡Ah! [Risas]. Es un pedazo de alpinista. ¡Y mejor compañero!

 

“En Himalaya, habitualmente desde las cumbres, tienes un descenso de planeo directo hacia el valle, sin tener que atravesar collados ni entrar en sotaventos, y además no sales volando a esa altitud si las condiciones meteorológicas no son perfectas. En Pirineos y Alpes, en cambio, muchas veces nos vemos obligados a realizar planeos dentro de valles que pueden estar sotaventeados y atravesar collados en los que dudamos si llegaremos con la altitud suficiente para atravesarlos. Estos sotaventos crean rebujos que hacen que el descenso sea más fuerte hacia el suelo y que el planeo sea más complicado de intuir”.

 

K: En tu trabajo como guía ¿te salen actividades de estas?

R: No, no me está llegando este tipo de cliente. También es verdad que ahora estoy retomando más este tipo de actividad pues, por accidentes de amigos y demás, había parado un poco. Está claro que hay un posible mercado, pero tardará en llegar aquí a España. En Chamonix, sí que hay algunos guías que además son instructores de parapente y tienen título de tándem. Espero que llegue pronto por aquí.

K: ¡Vaya mundo! Rubén, llevas poco tiempo con MONTURA, ¿no? ¿Qué tal? ¿Estás contento?

R: Sí, empecé este verano. La verdad es que estoy muy contento. La ropa es de una calidad top, tanto en plumas como en chaquetas finas. Para lo que yo hago, va genial en cuanto a la conjunción de confort térmico y transpirabilidad. Esto es muy importante porque cuando estás haciendo actividad se genera mucho calor que hay que expulsar, pero a la vez tienes que estar aislado del frío exterior. Por ejemplo, si no hace mucho frío, o como capa así deportiva con la que escalar y luego poder aguantar un vuelo, me gustan las prendas finas de Softshell. No es como cuando llevas un Gore-Tex o un plumas, con las que se suda más. Con un Softshell fino, voy muy bien y me permite usarlo con una capa más exterior. 

 

 

 

K: Me gusta mucho esta marca desde siempre. 

R: A mí, también.

K: Para terminar… ¿Tienes algún proyecto pensado para hacer en breve utilizando parapente?

R: Más que como proyecto, lo que tengo ahora en mente son actividades para disfrutar por aquí en Pirineos o en Alpes. Me gustaría hacer algo como lo que hice en las Grandes Jorasses. No sé, quizás en alguna vía en la norte del Eiger y bajar volando, por cambiar un poco. También tengo ganas de ir en primavera a Alpes a hacer algo de freeride o esquí extremo. Puedes esquiar entre 2.300 y 3.600 metros, luego quitarte los esquís y bajar volando al pueblo. 

 

“Aquí en el Pirineo, también me gusta ir solo y hacer corredores fáciles. Un día en primavera, por ejemplo, escalé el diedro norte del Anayet, me tiré volando a Pala de Ip, escalé su corredor del norte, volé a Collarada, hice la Canal de los Militares y bajé a Villanúa. Todo esto sin hacer los descensos volando puede ser un día y medio. En cambio, lo hice en ocho o nueve horas. El uso del parapente marca la diferencia”.

 

K: Al bar directamente.

R: Claro, Juanmi.

K: Rubén, me ha gustado mucho hablar contigo. A ver si repetimos en un tiempo y me cuentas más de este mundo. Es muy interesante este nuevo enfoque del alpinismo.

R: Cuando tú quieras.

 

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