Salewa Mountain Projects. Simon Gietl

Salewa mountain projects, Simon Gietl

Salewa Mountain Projects. Simon Gietl

Texto: Giovanni Spitale

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l sol empieza a ocultarse tras Cima Ovest. No se ve a Simon ni a Andrea por ningún sitio. Han llegado a la terraza y después a la cima. El viento arrastra un grito de felicidad hacia los lejanos pastos de Misurina. Una pequeña bandada de chovas pasa volando con total indiferencia, quién sabe hacia dónde. Das Erbe der Väter es una ruta única. Sin duda. Es un logro innovador. Abrir una línea de ese nivel de dificultad usando un enfoque tradicional. Es mucho más que una simple ruta: es un homenaje a los escaladores que asentaron las bases del alpinismo y un augurio para los que verán y crearán su futuro en años venideros, en esta misma montaña.

 

 

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Es un día tranquilo. Mediados de semana a finales de junio. El momento perfecto para visitar la Tre Cime. El tipo de día que anima a observar las chovas y el sol reflejado en los Dolomitas en todo su esplendor.

Desde la cara norte de Cima Grande llega un tintineo. El sonido de un martillo. Golpes controlados y precisos. Dos voces que se hablan. El tintineo se repite, y vuelve el martillo.

Si miras la cara de la roca, los ojos seguirán por instinto la línea Comici-Dimai. Una ruta de leyenda, icónica, impresionante. Se abrió en 1933. Discurre por una pared amarilla sobresaliente y cuenta con movimientos de grado siete de la UIAA, algo impresionante para aquella época. No hay nadie ni en la pared ni abajo, ni siquiera en las variantes de Costantini o Arschenbrenner.

 

 

 

A la derecha, lejos, en la cara oeste de Cima Grande, hay otra ruta con historia, la Dülfer, abierta veinte años antes. Era 1913 y la Belle Époque daba sus últimos coletazos. Tampoco ahí encontramos ningún escalador, ni en la esquina ni en la chimenea. Parece que no hay ni un alma cerca. No cuesta imaginarse el fantasma del joven Riccardo Cassin, con pantalones a la rodilla, pelo hacia atrás, recorriendo con nostalgia su andadura.

Pero no son fantasmas los que ahora ascienden por esa pared. Son Simon Gietl y Andrea Oberbacher. Están escalando un impresionante techo, justo debajo de la cresta donde la pared gira hacia el oeste. Realizan el primer ascenso libre de Das Erbe der Väter (El legado de nuestros padres), la ruta que Simon abrió con Vittorio Messini. Es tan atrevida como tradicional, desde la base a la cima, con protecciones tradicionales y con un nivel de dificultad UIAA de hasta 9-. Eso es justo lo que le gusta a Simon: liberar rutas modernas. Alpinismo en estado puro, de acuerdo con la ética de nuestros antepasados.

 

 

No necesitas conocer la historia de los Dolomitas para admirar el trabajo que ha hecho Simon. Basta con que veas cómo escala. Con admirar el relieve. Con observar la manera en que la ruta atraviesa un mar de rocas amarillas. Inspira respeto. Simon se crio al lado de Lutago, en el valle Aurina. Siempre ha sido un trabajador nato, primero en la granja familiar y luego como carpintero. Su primer contacto con la escalada, hace unos quince años, fue pura casualidad. Estaba haciendo autostop desde Dobbiaco a Brunico, y se subió en el coche de un escalador. Después de charlar y escuchar las historias que le contó durante el viaje, Simon decidió probar la escalada.

 

 

 

 

Y desde entonces no ha parado. No le costó mucho decidir que la escalada, a su manera, era algo a lo que quería consagrar su vida. O al menos una parte de ella. La otra la dedica a Sandra, Lano y Lari, su mujer y sus dos hijos.

Por eso inspira tal ola de admiración y respeto. Simon comprende las consecuencias de sus decisiones. Sabe que su vida no solo gira alrededor de él. Cada decisión, incluida la de abrir una vía de gran dificultad desde abajo y en esa roca, se equilibra con un inmenso sentido de la responsabilidad.

 

 

El sol empieza a ocultarse tras Cima Ovest. No se ve a Simon ni a Andrea por ningún sitio. Han llegado a la terraza y después a la cima. El viento arrastra un grito de felicidad hacia los lejanos pastos de Misurina. Una pequeña bandada de chovas pasa volando con total indiferencia, quién sabe hacia dónde. Das Erbe der Väter es una ruta única. Sin duda. Es un logro innovador. Abrir una línea de ese nivel de dificultad usando un enfoque tradicional. Es mucho más que una simple ruta: es un homenaje a los escaladores que asentaron las bases del alpinismo y un augurio para los que verán y crearán su futuro en años venideros, en esta misma montaña.

 

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