Sergi Mingote. Labor social a 8000 metros. 14×1000

Sergi Mingote. Labor social a 8000 metros. 14×1000

Sergi Mingote

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ergi Mingote nació en 1971. Con 24 años se enamoró del mundo de la nieve, el frío y el hielo. Rápidamente empezó a hacer expediciones a grandes alturas. A los tres años de moverse por alta montaña coronó su primer ochomil, el Cho Oyu. Acaba de terminar un proyecto tan ambicioso como el de coronar seis ochomiles en un año. 2X3X8000 llevó a Sergi Mingote al Broad Peak, K2, Manaslu, Lhotse, Nanga Parbat y Gasherbrum II. Un reto finalizado en 367 días con un gran componente solidario, volcando tiempo y recursos a proyectos de inclusión social a través del deporte. Después de meditarlo mucho, el alpinista nos anuncia que va a intentar hacer los 14 ochomiles sin oxígeno en 1.000 días, un desafío nunca antes conseguido y que seguro marcará un antes y un después en el ochomilismo: 14X1000. Con esta charla pretendemos conocer a un entusiasta de la vida que quiere superarse día a día, a la vez que ayudar en todo lo posible a mejorar el mundo a través del deporte.

 

Texto: Alex Colomina | Kissthemountain. 

 

Kissthemountain: Hola Sergi. Encantados de hablar contigo. Enhorabuena por finalizar con éxito tu proyecto 2X3X8000. Antes de abordar este tema, quiero empezar la charla hablando de tus inicios en el mundo de la montaña. ¿Cómo empezaste a practicar deporte en el medio natural y de qué manera llegaste a la alta montaña?

Sergi Mingote: Hola Alex, encantado. Fue en el año 1995. Yo venía de los deportes de resistencia, sobre todo de competiciones en bici. Hice un récord de descenso en bicicleta por nieve en La Molina. Llegué a bajar a 100,7 km/h. Había esquiado antes, pero fue en aquella prueba cuando empezó todo. Tenía 24 años y me apasionaron esas vivencias. Mis inicios fueron en una disciplina muy técnica: la escalada en hielo. Conocí a Xavi Metal, para mí uno de los referentes en el mundo del hielo. Con él hice varios cursos, me fui formando, y en 1996 escalé bastante, tanto en hielo como en roca. Ese año también empecé a tocar la altura y ya en 1997 hice mi primera expedición a Ecuador para subir volcanes.

K: Empezaste por lo más difícil y tu progresión fue bastante rápida por lo que me cuentas. Además, en el año 1998 hiciste cumbre en el Cho Oyu.

S: En 1997 hice cinco volcanes en Ecuador, y en enero del 98, el Kilimanjaro exprés. Lo subí en 72 horas. También escalé en Canadá, y en otoño ascendí al Cho Oyu. Fue una de las primeras expediciones que hizo Montañas del Mundo a un ochomil. Fuimos 12 e hicimos cumbre dos de nosotros. Allí vi que mi adaptación a la altura era muy buena. Este deporte me apasionaba. Mezclaba todo lo que yo había estado haciendo antes: rendimiento, entrenamiento en altura, resistencia y aventura. Me encajaba muchísimo y era una oportunidad de conocer mundo.

K: La vertiente aventurera es algo que nos llama a los que nos gusta esto. Conocer y descubrir sitios nuevos y salvajes.

S: Conocer lugares, personas, vivir nuevas experiencias… La alta montaña me aportaba todo esto. También tiene momentos extremos y una conexión total en temas de autosuficiencia y superación. Mi primer contacto con los ochomiles fue genial.

K: Además, una de tus vertientes profesionales es el coaching. Esa parte de liderazgo y gestión del grupo, además de con tus estudios, la forjas en las expediciones, que es donde llevas las situaciones al límite. Allí es donde está en juego tu vida y la de tus compañeros.

S: Es una combinación de las dos cosas, y el gran valor añadido te lo aportan las experiencias vividas y las situaciones extremas. Evidentemente, si lo acompañas de la formación necesaria puedes adaptar muy bien el contenido. Siempre he dicho que las expediciones a alta montaña tienen muchos componentes que son perfectamente extrapolables al mundo de la empresa y de la gestión.

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Planificación, toma de decisiones, resolución de problemas, liderazgo… Todas esas habilidades son muy necesarias. Transmitir es una de las cosas que más me gusta. En conferencias o jornadas de coaching comunicas todo lo que tú vives a personas que no tienen la posibilidad de estar allí.

K: Se compatibiliza genial lo que tú puedes aprender en el campo base de una expedición con el día a día en el trabajo en equipo de una empresa. Les es de mucha utilidad conocer tu manera de gestionar y resolver los problemas, sin duda.

S: Allí pasan muchas cosas. Es muy importante empatizar con los demás. Es donde conoces la mejor y la peor cara de las personas. Todo lo que aprendes sirve mucho. Con cierto bagaje, yo en mi caso llevo 20 años haciendo expediciones de alta montaña, tienes muchas herramientas y experiencia que te ayudan a tener éxito en los viajes y en la convivencia.

K: ¿Por qué subir a lo más alto? ¿Qué te llamaba a ti de la altura?

S: En los años 90, cuando yo empecé, eran auténticas aventuras. Ibas a sitios remotos. Los puntos más altos del planeta tienen un atractivo especial. Vas a lugares con mucha aventura, con dificultades de acceso, con una vertiente importante de exploración. Evidentemente, en 20 años he vivido la transformación del himalayismo. A mí lo que me motivó y sigue haciéndolo es que vives tus propias aventuras en grandes montañas. Aunque la situación va cambiando, hoy en día aún puedes sentir lo mismo dependiendo de donde vayas y del estilo que quieras usar para ascender.

K: Esta primavera pasada hubo mucho revuelo con la masificación del Everest. Es importante para los que conocemos el mundo de la montaña saber diferenciar y transmitir que eso no refleja la realidad del alpinismo en el Himalaya, que hay muchos sitios a los que ir y mil aventuras por vivir. Hay gente que critica desde casa que el himalayismo no es lo que era y que no merece la pena, sin haber estado allí nunca.

S: Sin haber subido nunca a un ochomil. Este año subieron al Everest más de 800 personas, pero sin oxígeno artificial sólo una. Ésa es la esencia. Plantearlo sin oxígeno o por cualquier otra ruta es la aventura real. Y no te hablo ni siquiera del resto de ochomiles.

 

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Ahora en el Nanga no me encontré prácticamente a nadie. En las demás, al no ser la cumbre más alta del mundo te encuentras a alpinistas. No hay turistas de altura. Vives de una manera mucho más intensa la montaña. La ignorancia es muy atrevida y hay gente que dice que los ochomiles son fáciles. Cuando les preguntas cuántos han hecho… Opinar desde el sofá es un deporte muy extendido últimamente. Así es muy difícil ponerse en el lugar. Pienso que hoy en día se pueden seguir viviendo aventuras y retando al cuerpo con planteamientos más atrevidos. En el momento en el que planteas quitar el oxígeno embotellado, todo cambia. Te enfrentas de una manera más desnuda a la montaña. En mi caso encaja mucho más con mi filosofía.

K: Viniendo de los deportes aeróbicos, siempre has tenido esa visión del alpinismo relacionada con el rendimiento. Habrás sido muy consciente de la evolución del deporte a lo largo de tu trayectoria. Ahora se puede hacer todo mucho más rápido que hace 20 años. De tu primera expedición a la última, el cambio debe de haber sido brutal. 18 años atrás sería impensable hacer seis ochomiles en un solo año.

S: Exacto. Había muchos aspectos que fisiológicamente se daban por hecho que no se podían hacer. Reinhold Messner ya rompió tópicos subiendo al Everest sin oxígeno. A partir de allí se inició una nueva era. Nosotros hemos conseguido nuestro reto y hace años podría parecer imposible. Antes nos íbamos dos meses de expedición para hacer un ochomil, y ahora, el Manaslu lo subí en 10 días. El entrenamiento evoluciona. En mi caso, éste es el primer año que me he dedicado profesionalmente. Me he centrado solo en entrenar en el CAR de Sant Cugat, preparándome exclusivamente para las expediciones de altura. He podido notar la gran diferencia entre compaginar entrenamiento con trabajo y dedicarte plenamente al deporte. Cuando los deportistas profesionales dicen que entrenar es muy duro les doy la razón. Es durísimo, pero aún es más levantarte a las cinco de la mañana para salir a correr y estar a las siete duchado para ir al trabajo. Los que podemos hacer esto somos unos privilegiados.

K: Poder estar preparando específicamente expediciones al Himalaya en un centro de alto rendimiento es un lujo, con grandes profesionales y todos los medios de los que disponemos hoy en día.

S: Exactamente. Te hacen todo tipo de pruebas, te llevan muy controlado, te cuidan todos los detalles: la alimentación, el entrenamiento de fuerza… Todos esos factores al final suman. Si descansas y entrenas, el rendimiento sube.

K: Dejaste el trabajo. Fuiste alcalde de Parets del Vallés durante siete años. ¿Cómo empezó tu vida política?

S: Yo soy funcionario. Tenía mi trabajo en un pueblo cercano, Granollers. Llevaba los temas de coordinación deportiva de la ciudad. Allí tengo una excedencia. Entré a trabajar en el año 90. Hubo un momento, cuando volví de mi segundo Everest, en 2003, que el alcalde de mi pueblo me propuso entrar para ayudarle en la gestión del municipio. Considero que en un pueblo hay mucha más gestión que política, y estuve durante unos años de concejal. Después, el alcalde decidió que quería dar un relevo. Me lo propuso y en las dos legislaturas que me presenté tuve la suerte de que los vecinos confiaran en mí. Así aporté mi granito de arena al municipio. Desde el principio dije que estaría sólo dos legislaturas porque pienso que debería haber limitación de mandatos y que ocho años son más que suficientes para poder desarrollar un proyecto. Así lo hice. Cuando lo dejé, arranqué el reto que tenía guardado en un cajón desde hacía muchos años. Lo ligué con un proyecto de deporte inclusivo y solidario.

 

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K: ¿Influiste mucho a nivel deportivo en el pueblo?

S: La verdad es que bastante. También tengo que decir que Parets ha sido siempre un pueblo con gran afición al deporte. Tenemos una media de asociaciones y de practicantes altísima en el municipio. También grandes deportistas, como Purito Rodríguez o Miguel Luque, nadador seis veces medallista paralímpico. Muchos han llevado el nombre de Parets lejos con una larga proyección deportiva. Durante mi período en la alcaldía, esto se acentuó aún más.

K: A nivel local, las cosas tienen mucha más repercusión. Es lo bonito de trabajar en un municipio.

S: Claro. Es una aplicación directa en la que ves el resultado al momento. En la alta política es difícil ver resultados inmediatos porque son temas más legislativos, pero en un municipio se ven desde el minuto cero. Eso es muy bonito, y me ha dado la oportunidad de aprender mucho. Intento hablar mucho sobre valores y esfuerzo en mis conferencias y charlas en centros educativos. La montaña es de los deportes que más valores transmite, porque aunque está alejada de la competición, tiene mucho de reto, constancia y superación. Para mí es muy importante transmitirlo.

K: Siempre hablamos en montaña del término cordada, del compañerismo y de todo lo que hay alrededor de esa filosofía. Todas tus aventuras las sueles unir con proyectos solidarios desde hace años.

S: Así es. Siendo alcalde, en una expedición al Khan Tengri, montamos una historia en la que se apadrinaba cada metro de los 7.010 de la montaña. Reunimos unos 1.600 euros para la lucha contra el cáncer infantil. Desde entonces, 2014, aunque ya antes colaboraba de manera más puntual, he desarrollado acciones ininterrumpidas todos los años. Al principio más solidarias, y últimamente enfocadas al deporte inclusivo. Considero que el deporte es una de las mejores herramientas para generar inclusión social. Y en eso estamos… Me han propuesto presidir ONAT Foundation, que se dedica a la inserción social mediante el deporte.

K: ¿Para qué público? ¿A nivel infantil?

S: No, para todas las edades. Antes de irme de expedición, celebramos unas jornadas de natación sincronizada inclusiva. A través de la fundación pretendemos hacer eso con otros muchos deportes. Puse a disposición mi proyecto personal 2X3X8000, y la verdad es que ha sido muy buena plataforma. Organizamos el primer trekking inclusivo al Everest. Nos llevamos a un grupo con tres fisioterapeutas, algunos padres, monitores y 10 chavales con discapacidades de primer y segundo grado. Fue una experiencia brutal. Siempre hablo de que mi proyecto tiene la parte deportiva y la parte social. Esta última nos aporta mucho, porque demuestra que las limitaciones están sólo en nuestras cabezas. Ellos tienen muchas menos limitaciones de las que podemos pensar.

K: Muchas veces se les imponen a nivel social. Pienso que cada vez estamos todos más concienciados y que es trabajo nuestro hacerle ver a los demás esta realidad social. Que las familias de esos chicos y chicas vean y se crean de verdad que sus hijos e hijas pueden hacer todo lo que hacen los demás, aunque sea de una manera algo distinta.

S: Es impresionante lo que se consigue, así es.

K: Y tu proyecto 2X3X8000 fue un éxito.

S: Ahora estoy acabando un libro del proyecto. En él hablo de que la línea entre el éxito y el fracaso es muy pequeña. El proyecto tiene una parte inicial de fracaso. Me propuse hacer los 6 ochomiles en un año y finalmente fueron 367 días. Lo que podría ser una decepción por pasarme dos días se considera un éxito porque nadie en ese tiempo había subido tantos ochomiles sin oxígeno. Todo es muy relativo. El proyecto ahí queda para que nuevas generaciones se planteen nuevos retos. Estoy seguro de que las jóvenes promesas van a ir mejorando lo que hacemos las anteriores. Llegué al final muy justo de fuerzas. Es verdad que la última expedición del Nanga al Gasherbrum fui casi corriendo. Fue una locura, pero al final todo salió bien. Se alinearon los astros porque este proyecto tenía un porcentaje de posibilidades de éxito bastante bajo. Lo normal es que cuando bajas de un ochomil necesites más tiempo de recuperación. Me encontré fuerte, bien de salud y tomé todas las decisiones adecuadas en el momento que tocaban. Eso me ha llevado a poder coronar los seis ochomiles. De esta manera, se abren nuevas posibilidades.

K: ¿Con qué te quedas del proyecto? ¿Qué ha sido para ti lo mejor?

S: La expedición inclusiva y todo lo que hemos podido transmitir.

 

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Con la parte deportiva, evidentemente, estoy muy contento y orgulloso, pero me quedo con el componente social. Que en este proyecto pudieran participar activamente diferentes grupos y asociaciones que trabajan en la inclusión fue para mí algo muy importante. Al final las cifras son cifras, y el récord está bien, pero queda en estadísticas. Si detrás no hubiera un proyecto como el que había soñado, para mí tendría poco valor.

K: ¿Cómo son las estancias en el campo base? Es un tema que me inquieta. Yo soy una persona impaciente, aunque con los años cada vez lo voy siendo menos. Semanas enteras de mal tiempo, esperando y aclimatando en los campos bases…

S: Y con el paso de los años irás siendo todavía más [Risas]. He ido empalmando una cumbre con otra y las estancias en cada campo base han sido cortas. Sí que es verdad que en la primera montaña, el Broad Peak, la semana uno entera fue de mal tiempo. Después de montar Campo 1 y hacer un pico de aclimatación hasta Campo 2, estuvo siete jornadas nevando sin parar día y noche. Una semana entera sólo descargando las tiendas. Ahí es verdad que la experiencia hace bastante. Yo leo mucho, aprovechaba también para escribir, planificaba… Tenía mucha paciencia. No agobiarte y saber que la aclimatación pasiva en el campo base también suma es básico. Yo soy positivo y pienso que si hace mal tiempo, tarde o temprano cambiará y vendrán mejores condiciones. Es un tema de cabeza, actitud y capacidad de adaptación. Si tu actitud es positiva, como todo en la vida, la espera se afronta mejor. Si en cambio es negativa, puede acabar con cualquiera. Hay gente que cuando hacía frío, mal tiempo y pasaba hambre, se iba para casa. En este proyecto llevaba una motivación muy alta y, junto a la experiencia de estos años atrás, parece que ha pasado todo muy rápido. Siempre aprendes y cada vez vas cometiendo menos errores. Por ejemplo, ahora voy a las expediciones con mucho menos peso que al principio para ser más rápido y operativo. En mi caso, el porcentaje de ascensos es muy atípico. He subido casi todo lo que he intentado, a excepción del Gasherbrum en el año 2000, expedición en la que tristemente murió Félix Iñurrategi, y la última, en la que no pude intentar el Everest por una infección de pecho… Todo lo demás ha ido saliendo. Pienso que si tienes paciencia, vas en forma, rápido, con buenos planteamientos y correctas decisiones, hay más posibilidades de éxito. Soy muy metódico y planificado. Para unas cosas es bueno y para otras no tanto.

 

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K: Hay que sacarle el lado positivo a todo. Ser planificado es muy importante para el éxito en las expediciones, aunque también lo es saber adaptarse a las condiciones y ser flexible.

S: Claro, tener adaptabilidad, pero ser muy metódico y planificado.

K: ¿Cómo es tu relación con Julbo y el mundo de los patrocinadores en general?

S: Yo soy un poco atípico en esto, lo que creo que da un valor añadido a los patrocinadores. No llevo el material de un espónsor si lo uso y no me gusta. Ahora atravieso una etapa de mi vida en la que puedo escoger, y prefiero aquello que me funciona. Llevo material Julbo desde hace muchísimos años. Han evolucionado siempre y me encantan las dos máscaras que uso en altura con diferentes tipos de cromática para días peores y mejores. También las gafas para esquí de montaña. Siempre me han ido genial. Soy de los que digo que si algo va bien no hay que cambiarlo. Y con el resto de patrocinadores siempre he tenido muy buena relación. Ellos no sólo aprovechan la vertiente alpinística, sino también mi lado de coach. Poder dar un retorno en conferencias y preparar actividades conjuntamente con ellos abre un abanico de posibilidades de crear sinergias entre el patrocinado, la marca y el público. Es un retorno efectivo para la marca. Me he formado durante muchos años en marketing y comunicación, y eso me ayuda a ofrecer a los patrocinadores aquello que les puede interesar y generar retorno.

K: Además, estos últimos años, con las redes, ha cambiado mucho el mundo del patrocinio. La figura del influencer está muy en auge. Es importante para la marca saber diferenciar entre lo que es real y útil, del “postureo”. Creo que las firmas se están dando cuenta de que hay que transmitir y hacer publicidad, pero que también es importante que la gente patrocinada sea deportista que van a llevar el material al límite.

S: Claro. A veces se aplican aspectos con mucho marketing pero los proyectos son poco interesantes. Hay que saber encontrar ese equilibrio. La combinación perfecta está formada por proyectos interesantes, con repercusión, y una buena comunicación de los mismos. A veces te das cuenta de que se vende humo, aunque se haga muy bien.

K: ¿Te ves haciendo actividades de este nivel durante muchos años?

 

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S: Cada vez quiero mirar menos proyectos a largo plazo. No digo que tengamos que fijarnos sólo en el corto, pero sí vivir con intensidad el día a día y cada temporada. Ahora voy a por los 14 ochomiles. Inicio un nuevo proyecto, 14X1000, y en pocos días parto al Dhaulagiri. Es un reto muy ambicioso. El récord actual lo tiene un coreano en siete años y 10 meses. Pienso que lo podría dejar en la mitad, en 1.000 días. Es una decisión muy meditada porque no soy sólo yo. Tengo una mujer, una hija y una familia. Este año he estado 10 meses de 12 fuera de casa, y para eso debe haber un consenso en el hogar. Sé lo que he entrenado y a lo que he renunciado para subir seis ochomiles en 367 días. Tienes que llevar vida de monje, cuidarte mucho y estar a tope de tus posibilidades. Requiere mucho sacrificio. Lo más importante es que siempre salen nuevos retos motivantes.

K: Deseo que este nuevo proyecto sea exitoso. Ha sido un placer hablar contigo y conocer tu faceta deportiva, social y política. Que sigas durante muchos años contagiando a tu entorno con esa vitalidad, ganas de ayudar y de superarte.

S: Gracias Álex. Igualmente.

 

Cuando transmites de esa manera la pasión es imposible no contagiar al mundo que te rodea de motivación y ganas. Ayudar a mejorar, confiar en que un mundo mejor es posible y aportar tiempo y recursos a objetivos concretos. Para cumplir los sueños, sólo hay que avanzar hacia ellos. Constancia y esfuerzo ayudan a que la rueda gire. Puede costar que empiece a rodar, algunos baches la frenarán, pero siempre está la estrella en el horizonte que nos hace avanzar. La cumbre más alta, compañerismo, positivismo y perseverancia.

 

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