30 Nov Ultra-Trail Guara Somontano HG. Reflejos.
Texto: Álex Colomina | Fotografía: José M. Muñoz Egea
Hace muchos años, en estas tierras, surgió un amor destinado a convertirse en leyenda.
Gratal y Gabardiella eran dos amantes unidos por un bello macizo montañoso. Gabardón, padre de Gabardiella, se oponía a esta relación por la diferencia de edad entre los enamorados. Para él, el amante de su hija significaba antigüedad, muerte y vejez.
Gabardón acudió en ayuda de un valeroso y arrogante amigo con la esperanza de que éste rompiera esta unión. Su nombre era Guara.
Siguiendo las órdenes de Gabardón, al amanecer del siguiente día, Guara partió en dos con su cayado el macizo de montañoso, separando a los dos enamorados para toda la eternidad y creando la brecha del río Flumen que sería bañado por las lágrimas de Gabardiella.
Gratal buscó venganza desde ese mismo día. Mientras Guara dormía, alzó su picacho para clavarlo en el corazón del gigante.
Aún hoy en día, fijando la mirada, a la altura del pueblo de Siétamo, puede verse a Guara reposando con la mirada al cielo. Su cuerpo tumbado es la silueta de la Sierra de Guara para toda la eternidad. Gigantes, misticismo, titanes. Reino de caliza.
PARAJES MÁGICOS.
En el Prepirineo oscense, la sierra de Guara es un reino de caliza. El agua ha esculpido durante millones de años sus famosos cañones que son visitados por barranquistas de todo el mundo. Esas mismas calizas han llevado el nombre de Guara más allá de nuestras fronteras por escaladores que, buscando dificultad, aterrizaron en estas tierras. A vista de pájaro pueden verse todas estas maravillas de la naturaleza. Lapiaces, roquedos, bosques, hoces de profundos barrancos, refugios de vida salvaje que con el paso de los años fueron colonizados por la actividad humana… La conservación del entorno es uno de los pilares de este evento. Volver a volver. No dejar huella. Pensar que el planeta Tierra transciende al ser humano.
Es tiempo de dejar atrás el calor del verano, esperando a que los pueblos vuelvan a oler a madera quemada y las cumbres se vayan tiñendo tímidamente de blanco. Es tiempo para los colores ocres del otoño y el crujir de las hojas del suelo al correr. Es tiempo de Ultra-Trail Guara Somontano. Parajes Mágicos.
UNA TIERRA CON HISTORIA.
Una de las grandezas de las carreras de montaña de larga distancia es mostrar al corredor una gran extensión de terreno mientras se disfruta de la belleza, la inmensidad y la esencia. Y este territorio tiene historia, aventuras que se remontan a la época en la que los humanos éramos cazadores-recolectores, a la última glaciación. En las cuevas de Guara y por el entorno del río Vero aparecen pinturas rupestres de hace más de 20.000 años. Vestigios de población humana con dólmenes, huellas medievales, impronta árabe. Conquistados y conquistadores. La colegiata de Álquezar, a cuyos pies arrancan todas las carreras, es guardiana incansable de su territorio. Tierra deseada por muchos pobladores por su enclave privilegiado, sus aguas y su clima. Senderos que huelen a pasado, a trabajos de sol a sol, a sudor. Cuando las bestias eran transporte habitual y principal de carga. Los veranos en el monte, los inviernos en el pueblo. Una carrera para recorrer la identidad de un pueblo. Una tierra con historia.
ESFUERZO Y DEDICACIÓN.
Empezaron a lo grande: organizando un ultra-trail. Con experiencias propias en carreras de larga distancia internacionales, querían que se recorrieran los rincones de la sierra de Guara, la suya, en los tiempos en los que este tipo de pruebas no abundaban. Motivación y ganas sobraban, corredores aún no. 100 participantes pudieron disfrutar del primer recorrido propuesto por Santi, Pau y Kike. Ninguno sabía que diez años después, el primer fin de semana de Octubre, este evento sería una referencia a nivel nacional, con cuatro distancias y 1.400 personas dispuestas a correr entre la magia y la historia de los pueblos y parajes de Guara.
La obra de Santi, Pau y Kike llega a su décimo aniversario repleta de vida, con un futuro muy esperanzador, asentada en el mundo de las carreras de montaña y creciendo paso a paso, sin prisa, con mucho mimo, de manera lógica y natural. Sin forzar. “Los 4 primeros años el recorrido del ultra dio mil vueltas”, comenta Santi con la mirada que caracteriza a la gente que le apasiona lo que hace en la vida.
Pasan los años y, con un recorrido de 103 kilómetros asentado, van apareciendo nuevas distancias, aumentando el número de dorsales con mucha cautela. En Alquézar, como epicentro de la prueba, se cuida al corredor y a sus acompañantes. No se pretende saturar el entorno ni las carreras, sin dejarse llevar por la fiebre de los números, primando la calidad y la cercanía. Cada vez más voluntarios, más gente volcada en el evento, con corazón. Esa gota de agua regando el árbol, con paso firme y seguro. El esfuerzo y la dedicación.
VOLUNTARIOS.
Son momentos de anécdotas, de recordar instantes mágicos con los voluntarios que han prestado su ayuda durante diez ediciones. La primera impresión de los pobladores de esas tranquilas e inalteradas zonas era de incredulidad. En sus mentes no había lógica alguna para entender la necesidad de correr 100 kilómetros por esos montes nada más que por ocio, por pasión. Sólo fue necesaria una edición para que esos vecinos sintieran la prueba como suya. En 2018, unos 200 voluntarios apoyan esta carrera y dedican su tiempo a que todo salga bien, anticipándose a cualquier contratiempo. La organización intenta ponérselo fácil. Se hace querer. Cualquier persona que se preste a ayudar saca lo mejor de sí misma. En el recuerdo aquellos momentos en los que había que acudir al supermercado para mejorar, si cabe, unos avituallamientos donde no faltaba nada para el corredor. O las horas pasadas en un control en mitad de la montaña esperando el paso, a cuentagotas, de los pocos participantes de las primeras ediciones. Todo es ilusión.
Otín, pueblo abandonado con el famoso Mascún a sus pies. Calles llenas de vida en anteriores generaciones que hoy sólo son piedra. En Las Bellostas aún resisten dos hermanos. Desde su sorpresa en la primera edición, incapaces de imaginar qué podría mover a cientos de personas a recorrer con unas zapatillas su sierra, no han dejado de colaborar, abriendo incluso las puertas de su casa para que los voluntarios puedan comer un riquísimo cordero. La vida es sembrar y recoger, y ellos, que en invierno quedan a veces incomunicados en su pueblo, reciben productos que sobran de los avituallamientos para que sus animales tengan algo más cuando la naturaleza impone su fuerza mediante nieve y frío. Detalles de la organización cuando te importa tu entorno y valoras el apoyo de la gente. Voluntarios.
REFLEJOS DE UN AMOR, DE UNA PASIÓN.
El viaje transporta al corredor a su mundo. Las vivencias de cada individuo hacen que las emociones y los sentimientos sean únicos y personales. Cabañas en ruinas y pueblos abandonados remueven recuerdos. Historias de familias que tuvieron que abandonar su tierra para buscar un futuro distinto para sus hijos. Recursos limitados y vidas de autoconsumo en una época industrial en la que empezó a primar el dinero por encima de otras cosas. Todo vuelve a sus orígenes.
Diez años dando vida a un sueño. Amigos con la idea de crear un recorrido ultra en la Sierra de Guara, respaldados por grandes voluntarios dispuestos a pasar una noche entera despiertos velando por los corredores. Ganas de seguir avanzando y mejorando, sin conformarse. Cuidar los detalles y pensar en los demás. Hacerse querer. Porque cuando amas lo que haces, es difícil que algo salga mal. Reflejos de un amor, una pasión.
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