15 Jun Zegama Aizkorri Maratoia. Sueños cumplidos
Fotografía: Andrés Núñez | Last Race Studio
Texto: Kissthemountain
A veces pienso que tan sólo ha sido un sueño y que despierto con un abrazo que me devuelve a la vida.
Siento en mis manos emociones que nunca pensé que se pudieran tener. Son tas vastas que incluso dan vértigo.
Nunca pude llegar a imaginar que un día tendría todo esto que me rodea. La mente se me quedó en blanco unos instantes rotos por gritos que me empujaban.
¿Es esto real? Ha sido tanto tiempo imaginando algo así que no quiero despertar hasta que todo este memorizado en mi mente. Para siempre.
La cima lanza abrazos invisibles hacia mí. Me dejo agarrar. Sólo quiero que este momento no termine jamás. Nunca jamás.
Unas gotas de sudor me recuerdan que lo que siento es real. Mucho más que todo aquello que un día imaginé.
Cuando era mejor sufrir hasta la extenuación que permanecer anclado en la gloria del éxito. Las consecuencias del sacrificio son eternas.
Busco y encuentro el placer en el esfuerzo. Siento que algo me atrapa por dentro para toda la eternidad. Lo abrazo y me lo quedo para mí. Nadie puede robármelo.
Y cada día por la mañana, la llamada de este momento me hacía ponerme en pie para luchar por mis sueños. La vida pendiente de un instante.
Me acerco hacia donde estás. Me llamas y no lo pienso. Quiero estar contigo el resto de mi vida. Hacia arriba sin dudar en entregar todo lo que hay dentro de mí.
A veces pienso que tan sólo ha sido un sueño y que despierto con un abrazo que me devuelve a la vida.
Siento en mis manos emociones que nunca pensé que se pudieran tener. Son tas vastas que incluso dan vértigo.
Nunca pude llegar a imaginar que un día tendría todo esto que me rodea. La mente se me quedó en blanco unos instantes rotos por gritos que me empujaban.
¿Es esto real? Ha sido tanto tiempo imaginando algo así que no quiero despertar hasta que todo este memorizado en mi mente. Para siempre.
La cima lanza abrazos invisibles hacia mí. Me dejo agarrar. Sólo quiero que este momento no termine jamás. Nunca jamás.
Unas gotas de sudor me recuerdan que lo que siento es real. Mucho más que todo aquello que un día imaginé.
Cuando era mejor sufrir hasta la extenuación que permanecer anclado en la gloria del éxito. Las consecuencias del sacrificio son eternas.
Busco y encuentro el placer en el esfuerzo. Siento que algo me atrapa por dentro para toda la eternidad. Lo abrazo y me lo quedo para mí. Nadie puede robármelo.
Y cada día por la mañana, la llamada de este momento me hacía ponerme en pie para luchar por mis sueños. La vida pendiente de un instante.
Me acerco hacia donde estás. Me llamas y no lo pienso. Quiero estar contigo el resto de mi vida. Hacia arriba sin dudar en entregar todo lo que hay dentro de mí.
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